martes, 11 de enero de 2011

Turistas en la playa de Las Toninas impedimos una detención ilegal a inmigrante de Senegal

Por Marcos Muñoz
Las Toninas es una playa familiar. Concurrida y al mismo tiempo tranquila. Los turistas pueden conservar un espacio y no estar unos encimas de otros.
Hace dos o tres días el tiempo está inestable. Ha llovido por la madrugada o a primera hora de la mañana, que duran 15 o 20 minutos, tal vez un poco más, para luego detenerse. Igual el cielo ha permanecido nublado y de a ratos sale el sol. Pese a estar inestable el tiempo, el lugar transmite calma, permite una vida familiar en paz y los turistas están de buen humor.
En los cuatro días que llevo visitando esta playa hemos podido ver con mi novia varias personas jóvenes de África vendiendo en la costa cadenitas, anillos, pulseras y demás elementos de bijouterí. Los precios van desde 10 a 40 o 50 pesos.
Al primer día que recorrimos la playa, decidimos comprar una pulsera a uno de los vendedores ambulantes y mientras ella elegía mantuvimos una conversación con la persona que las vendía. No recuerdo bien su nombre, Badu, Bagu, o algo así.
Dijo que estaba hace un año en Argentina y provenía de Senegal. Según contó, le estaban negando la nacionalización pero no puede entender qué argumentos le daba Inmigración de la Nación o qué necesitaba para nacionalizarse. Lo cierto es que estaba trabajando informalmente.
Dos días más tarde, en otro sector de la misma playa, mientras sacaba el bronceador del bolso, a mi derecha veo que se acercan cuatro policías, tres de ellos entre 25 y 30 años, y el cuarto de 40 a 45 años acercarse con sus chalecos antibalas, sus armas en las cinturas, en fin, con todo su equipo completo a un hombre de color negro, africano él y más precisamente de Senegal. Sigo mirando, los minutos transcurren y observo movimientos de brazos rápidos y una acalorada discusión entre ellos. Espero un poco más y aún no me decido a acercarme. En tanto veo a una mujer que se acerca a escuchar lo que está pasando entre los cuatro policías de la Federal y el senegales. Camino unos metros rumbo al mar y a mitad de camino decido involúcrame de lleno para interiorizarme sobre lo que estaba pasando. Casi inmediatamente de ser la séptima persona que formaba parte de ese grupo un policía insiste con estilo prepotente en que me aleje porque nadie tenía que escuchar la discusión que se estaba dando. Mientras escuchaba no dejaba de asombrarme la impunidad con la que la policía se manejaba frente a todos nosotros. Creo que nos tomaron por tontos o por muy tontos. Por suerte, esa hipótesis se echó por tierra. Los policías de la Federal estaban abusando de su poder.
Mientras uno de los policía joven se para frente mío, su rostro muy cerca del mío, como conté antes con estilo prepotente, llega un matrimonio y también sale en defensa de ese hombre inmigrante porque todos estábamos presenciando un injustificable acto de persecución policial, abuso de poder y discriminación que probablemente terminaría en un nuevo caso de apremio ilegal. Al menos es lo que imaginé.
La policía federal provocaba al hombre con argumentos xenófobos como el que dijo el oficial responsable de esa estúpida forma de “conversar con alguien para saber cómo se encuentra y de dónde viene” como decía uno de los policías en el lugar. El policía con su discurso xenófogo dijo: “vos estás acostumbrado a arrodillarte, yo no”, insinuándole que si el (por el policía) decía que el senegales debía ser llevado en patrulla hasta la comisaría a él no le quedaba otra que hacer lo que él le diga. Y le estaba diciendo que su raza negra estaba muy acostumbrada a obedecer sin protestar y que el con su color de piel blanca era quien daba las órdenes.
En tanto, de 7 pasamos a nueve las personas que formábamos parte de ese grupo, y de 9 pasamos a 15. Cuando pasamos de 9 a 15 personas entre turistas y policías, y viendo los policías que todos los turistas cuestionábamos y sospechábamos un acto de injusticia hacia la persona negra y además cada vez más turistas se sumaban en la defensa del africano, disidieron retirarse. Para esto pasaran más de 15 minutos, aproximadamente.
Antes de que se retirara la policía, yo les pregunté: “¿Por qué quieren detenerlo? ¿Se lo acusa de algún delito porque sino no se entiende lo que está pasando? Además no entiendo como cuatro hombres armados y rodeando a una sola persona visiblemente desarmada insisten en provocarlo. Miren hay muchos turistas acá, no somos tontos. Ustedes me parece que están equivocados, mejor arresten a quienes distribuyen droga en la costa y no a este hombre que no ha hecho nada”.
Reflexión en vos alta:
• Me sorprendió gratamente observar que éramos varias personas las que decidimos intervenir en ese pequeño y significativo acto de injusticia. La cultura a favor en derechos humanos debe seguir desarrollándose en este sentido. Es decir, cuando varios nos apropiamos de la idea de que los derechos humanos nos pertenecen a todas y a todos, sin distinción de su nacionalidad, color de piel, su origen étnico y demás.
• En ningún momento, ninguno de los que estábamos ahí pese a las provocaciones policiales respondió con insultos o algo así. Al contrario, todos trabajamos nuestras ideas con la mayor claridad posible y con la intención de hacerle ver a los policías que ninguno de los que estaba ahí era tonto.
• ¿En qué condiciones y cómo llegaron los cientos de inmigrantes de Senegal y de otras partes de África al país?
• ¿Por qué se van de sus países abandonando a su familia y seres queridos? ¿Qué está haciendo la comunidad internacional al respecto para mejorar la calidad de vida en esos países? Y en particular, ¿qué hace el Estado Argentino? ¿Les otorga ciudadanía? ¿Los reconoce como sujetos de derechos? La verdad, no tengo respuestas fundadas al respecto. Lo que sí tengo son nuevas preguntas a una situación desconocida para mí, al menos, personalmente nunca la había vivido.
• El abuso policial continúa. Hoy fue en Las Toninas un senegales, ayer en la noche saliendo de Santa Terista (a 5 km de Las Toninas) un matrimonio argentino padeció el abuso policial, y mañana puede ser cualquiera de nosotros. Es necesario seguir insistiendo en que los planes de estudio de la policía Federal y en las policías provinciales debe existir una formación en derechos humanos. La policía no está para provocar a la ciudadanía como tampoco está para golpearnos y abusar de poder.