domingo, 19 de julio de 2020

El reino de la apariencia

“El espectáculo somete a los hombres vivos en la medida que la economía les ha sometido totalmente. No es más que la economía desarrollándose por sí misma.” Guy Debord, La Sociedad del Espectáculo 


Lo inescrupuloso, lo laxo, las declaraciones perversas, la desocupación digitada, los fatídicos dirigentes gremiales (con sus excepciones), la plena felicidad de la nada, los voluntarios al servicio de las patotas, las amenazas ejecutivas, la hipocresía relucientemente vestida y las noticias del gobierno nacional que sacuden, una vez más, el presente de la historia nacional. Y en el medio, la forma en que todo esto es representado, construido y ofrecido por los medios masivos de comunicación. 

Ante el bombardeo de todos estos fragmentos de realidad ¿tenemos capacidad de ponernos en alerta, de sacudirnos la modorra nacional? ¿Podremos ponernos de pie, en estado de alerta ciudadana? 

Es visto el caudal de noticias de medidas que perforan derechos, como la baja en el monto de jubilaciones o aquellas otras que provocan malestar social como la campaña en las redes sociales en contra del reclamo salarial docente (en realidad, se habla de un derecho a un salario justo y que permita vivir con dignidad) a la que, por cierto, se vinculan personas que además de no tener conocimientos específicos para estar en un aula cuentan con un perfil inescrupuloso; se trata de impresentables que incluso tienen en su haber vínculos con el terrorismo de Estado. 

Frente a este escenario y pensando, por ejemplo, en el escándalo del Correo Argentino: ¿cómo asume la ciudadanía las diversas noticias sobre corrupción? ¿Las digiere livianamente? ¿O acaso la corrupción de un empresario está bien vista socialmente y legitimada? Sospecho que nos hemos acostumbrado a consumir un espectáculo perverso (es la mejor palabra que define a este gobierno nacional). Estamos asistiendo a un deglutir de una realidad siniestra que avasalla derechos y ponen al país de rodillas, mientras todo ese tipo de noticias circula estúpidamente ante nuestros ojos. ¿Nos falta la Infinia que producíamos hasta el 9 de diciembre? Sólo consumimos este doloroso e incesante festín de imágenes como si fuésemos sujetos sujetados. ¿Lo somos? ¿O preferimos conscientemente el rol de espectadores? ¿Acaso la ficción se apoderó de nuestra realidad? ¿Estamos cómodos con todo lo que pasa? 

Quisiera encontrar respuestas que me orienten a comprender un fenómeno complejo como el que estamos transitando, mientras me resulta inevitable sentirme parte de la “muchedumbre solitaria” (como diría Guy Debord. A riesgo de quedar expuesto, interpreto que el filósofo francés entendería que en estos tiempos de redes sociales e invasivos medios electrónicos, nos replegamos en nosotros mismos, en un aislamiento “informado”, en el mejor de los casos. Esto quizás explique, pese a las medidas que impulsa Macri, que las calles tengan escasa presencia de las realidades de trabajadores y familias afectadas por el plan económico, social y cultural que se está implementando. 

La representación o puesta en escena expuesta por los medios salpica en el rostro un mensaje delirante, enfermizo: hay que mostrar hechos que nos molesten y, al mismo tiempo, hacer que parezcan inmodificables. Es decir, hay que lograr que la realidad ceda el paso a una ficción, y que la misma se vea como algo imposible de transformar. Esa es una buena manera de obturar ánimos y voluntades de lucha. 

La invasión mediática deja secuelas y éstas avanzan sobre políticas públicas que deterioran nuestra calidad de vida y habilitan persecuciones a aquellos actores sociales que demuestran resistencias a un avasallamiento planificado, que busca destruir la educación pública, la salud, la industria nacional, la ley de medios de la democracia, editoriales de menor escala o todo lo conseguido (aún con todas sus imperfecciones) durante los últimos años. 

La agenda mediática –como mera reproductora de los intereses oficialistas y alejada de una perspectiva de derechos humanos– habilita que lo real (como la desocupación, la devaluación de los salarios o la destrucción de las paritarias) quede relegado a un segundo plano y que, en su lugar la fantasía, lo irreal del mundo concreto, ocupe la centralidad de nuestras emociones y preocupaciones cotidianas. * Licenciado en Comunicación Social. marcosnqn@hotmail.com 

https://www.pagina12.com.ar/25757-la-ventana-medios-y-comunicacion

sábado, 18 de julio de 2020

Hiperconectividad y libertad de expresión

Publicado el 17 de septiembre de 2019 Necesitamos un descanso de la tecnología POR MARCOS MUÑOZ
Desde Neuquén

Los 365 días, las 24 horas y los 7 días de la semana -365/24/7- es el nivel de presencia de la televisión y el alcance de los dispositivos tecnológicos en nuestra vida. Se trata de una práctica que, por supuesto, arroja como consecuencia cansancio psicológico, estrés y desinterés en una actualidad política siempre compleja. El esquema 365/24/7, más la espectacularidad del tiempo real al alcance del pulgar y la adicción que generan las nuevas tecnologías en la audiencia, nos lleva a sobrevolar un mar interminable de noticias y notificaciones que en su gran mayoría aportan poco a nuestra cotidianeidad.

Dicho esquema de hiperconectividad absurda ofrece miles de horas anuales en la TV argentina de contenido bajo en calidad y con un discurso casi homogéneo. Ese discurso se reproduce sin cesar -en cientos de radios, canales de TV, portales web y gráfica- y transita a la velocidad de la luz por millones de personas. Todo lo facilita la actual legislación nacional.

El impacto de ese discurso que permanentemente pone en peligro al estado de derecho de cualquier nación, más la agenda de contenido puesta a disposición de un mapa de medios altamente concentrado diluiría los esfuerzos de hasta los ejércitos espartanos mejor preparados para cualquier batalla.

En el actual escenario que describo, tanto las personas como la libertad de expresión están en peligro.

Por eso pregunto: ¿Quién dijo que la libertad de expresión se mide en la cantidad de medios disponibles para la ciudadanía? ¿Qué dicen los organismos de atender y cuidar la salud mental de la población ante la presencia/ agobio de ciento de miles de horas de medios?
El apagón eléctrico del 16 de junio de este año dejó como tema a tratar –además de lo ya publicado por varios medios- el descanso que necesitamos de la presencia agobiante de las tecnologías y de sus usos, la pausa que no existe a nuestra paz más íntima que nos permita procesar, disfrutar y entender lo que vivimos a diario. De seguir así, renunciaríamos a algo tan hermoso como valioso, el uso de nuestro tiempo libre. Ese domingo, por accidente, nos desenchufamos.

Pero luego de apagón, el show continuó. Seguimos encendidos y atentos a las notificaciones de nuestros celulares y -sobre todo- de las redes sociales. Hay que trabajar fuertemente en dos líneas: en un uso más sano/saludable de los dispositivos y simultáneamente repensar si necesitamos tener accesibilidad y/o transmisión de TV como plataformas streaming los 365/24/7. El uso abusivo, desmedido e irreflexivo de la tecnología nos aísla a los unos de los otros, alienándonos en islas personales de un confort tóxico y des-subjetivador.

Si en este país, durante algunas semanas sin fútbol/ distracción social, más de uno se preocupa, deseo saber qué reacción se podría dar si por ejemplo, de 22 a 7 horas de la mañana se interrumpieran todas las señales de TV (públicas y privadas). Sin dudas, la calidad de vida de la población atraviesa un claro deterioro psicológico producto del problema que planteo. Esto afecta directamente al ciudadano. Y esto es grave porque dañar al ciudadano -a la persona-, es afectar a las instituciones democráticas.

Por eso, hay que repensar y rehacer -después de diciembre- el mapa mediático de Argentina e incorporar/ atender cómo afecta a la salud mental nuestra vinculación con el universo de la información y el entretenimiento.

* Licenciado en Comunicación Social. marcosnqn@hotmail.com

https://www.pagina12.com.ar/218611-hiperconectividad-y-libertad-de-expresion?fbclid=IwAR1pX1HRFBo968Z16-kpdm73g42szMW60V0O1f97q1iLjusMI_oH368hEkI