*Por Marcos Muñoz
Luego del intento de desestabilización institucional del Poder Ejecutivo Nacional a principios del 2008 por parte de grupos económicos concentrados ligados a los agronegocios entre otros rubros, el accionar de los medios de comunicación quedó bajo la lupa de la población al observarse que sus permanentes intervenciones en formato de noticias buscaban generar un clima social de extremo desacuerdo con una política de estado propuesta por el Gobierno Nacional.
En aquel momento, gran parte del periodismo trabajó, al menos, sobre tres premisas: una mujer no está en condiciones de gobernar Argentina; la economía no puede ser regulada por el Estado; y los medios de comunicación están dirigidos por grupos muy concentrados ligados a diferentes sectores de la economía como bancos e industrias de infoentretenimientos. Estos grupos hicieron pasar sus propios intereses como las estatizaciones de las AFJP como si se tratase de los intereses de la mayoría de la ciudadanía argentina.
La cultura de aquel periodismo de los noventa instaló un estilo de pensar el presente, la noticia, atado a esa cultura neoliberal donde el Estado no puede regular ningún aspecto de la vida. El mensaje periodístico que se trabajó es que la economía debía quedar atada a lo que el mercado decía La política/los partidos/los políticos debían ser herramientas para abastecer a sus propios intereses. Los medios tenían que ser un clarinete que les permitiera llegar a todo el país para construir una falsa conciencia de lo que el país necesitaba.
Los periodistas tenía que ser objetos, es decir, se los bloqueaba a través del disciplinamiento laboral (léase desempleo o contratación) todo intento de cuestionar el modelo económico-político vigente, se intentó desideologizar al periodista, al periodismo. Se acusó a todo aquel que criticara el modelo neoliberal de ideologizar los medios. Se los persiguió con la complacencia de varios gremios periodísticos por cuestionar al mercado como forma de gobierno encubierta. Y finalmente se trató de convencer que el neoliberalismo no es una ideología y se dijo que era simplemente lo que el país necesita.
Por lo tanto, no se debía cuestionar ese modelo de periodismo complaciente con las privatizaciones y el libre mercado. Sin embargo, el neoliberalismo es: un modelo de sociedad totalizante, destructor e inhumano que atropella sin límites cualquier proyecto político-económico que busca crecer de manera autónoma, con redistribución de la riqueza y con un Estado como regulador en la vida cotidiana. El neoliberalismo es una gran farsa de consecuencias nefastas.
Sería alentador, en líneas generales, el periodismo en Argentina recuperara algo de la grandeza de respetables plumas de otras épocas y de la actual. Alentador será el momento en que el periodismo/el periodista se vea a sí mismo como un actor más de la vida democrática, con la misma responsabilidad que debe asumir o asume un juez, un policía, un médico, un docente ante su sociedad y reconocer que con su trabajo tiene la posibilidad de informar (verazmente), en clave democrática, con perspectiva en derechos humanos, en el respeto a la dignidad de millones de personas que trabajan a diario para que este país siga estando mejor.
Una de las claves para la práctica del periodismo es acercarse a la historia, la economía, la sociología, entre otras disciplinas. Y una de las encrucijadas del periodismo es apilar el presente en formato de noticia u opinión sin explicitar en el relato referencias valiosas que den cuenta de hechos similares. Me parece, que esperamos como ciudadanía, veracidad y claridad informativa, y no esa cuota de terror, mentira y confusión que lo único que obtiene es atacar a la democracias, sus instituciones y a la historia de Argentina.
Presentar la noticia como si la realidad no fuera compleja, como si las luchas de poder por establecer un modelo de país no existieran, como si la práctica del periodismo no está cruzada por ideologías y valores, como si el presente no tuviera historia es como jugar al juego del laberinto tramposo y desalentador que proponen aquellos medios más conservadores.
Por lo tanto, en este intento de cierre parcial, la pregunta que comparto es si en esta etapa histórica como en otras el periodismo va a jugar en contra de un modelo que busca regular la economía e incluir a más sectores que durante décadas estuvieron postergados de oportunidad. O, si el periodismo y sus gremios, asumirán una política que les permita revertir esa tendencia triste en la historia de sus intervenciones sobre la realidad.
*Licenciado en Comunicación Social. Egresado de la Universidad Nacional de Cuyo. Secretario de Extensión de la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional del Comahue, provincia de Neuquén. Correo: marcosnqn@hotmail.com
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