Por Marcos Muñoz*
Antonio Di Benedetto. ¿Esperó lo imposible de llegar? Tal vez. Tal vez no. ¿Profeta en su tierra? Algún día. Sin embargo, innumerables seres continúan descubriendo su obra literaria y periodística, sobre toda la primera y con enormes repercusiones en la práctica de la segunda. Seguramente, por accidente llega a nuestra manos algún libro, un documental, un artículo periodístico, una foto, algo de algo, eso provoca, impacta a la curiosidad. Y ahí estás, Antonio Di Benedetto. Piedra libre DB en la marea de la desinformación que provoca el empacho de tanta basura que se dice y se escribe sin ética y respeto.
Necesito y quiero rescatar la labor periodística del escritor olvidado por el diario Los Andes cuando tuvo la oportunidad de respaldarlo en 1976. Transitar el sendero de la vida de Di Benedetto, es provocar la reflexión sobre el rol del periodismo desde la autoproclamada Revolución Libertadora hasta la primavera alfonsinista. Sobre todo buscar investigar qué pasó con el periodismo en las provincias del interior. Ardua tarea pero impostergable. ¿Hay investigaciones al respecto? ¿Dónde están?
Golpes de Estado, seudo gobiernos democráticos, proscripción del peronismo, persecuciones a militantes contestatarios, el breve período de Cámpora en la Presidencia de la Nación, el retorno de Perón al Poder Ejecutivo y el principio de la irracionalidad absoluta de la mano de la gran conductor. El periodismo también es parte de esa historia. ¿Qué pasó con los diarios de entonces en las provincias argentinas?
Di Bendetto a diferencia de Francisco Paco Urondo o de Rodolfo Waslh (como de otros cientos de periodísticas en Argentina) no militaba en ninguna agrupación política. Por el contrario, el hombre era distante ante eso. Aunque es cierto, mientras estuvo como Director del diario mendocino Los Andes y El Andino, siempre publicó información referida a desapariciones y torturas que se producían, por ejemplo, durante el gobierno de Isabel Perón.
Es curioso, mejor dicho, irónico como tomé conocimiento de este mendocino en mi época de estudiante universitario. Supe de Di Benedetto por un documental que estudiantes de cine de Mendoza presentaron (quisiera recordar la fecha, probablemente entre 1997 y 1999) y no por mi formación en la carrera de Comunicación en la Universidad Nacional de Cuyo. Claro, tampoco vimos nada de Paco Urondo o Walsh.
Una de mis última materias en cursar y rendir en el 2003 fue Literatura Hispanoamericana: el gran escritor mendocino, como Cortázar, Arlt, Urondo, González Tuñón, ninguno de ellos estaban incluidos en el programa. ¿Alguién sabe por qué? Miro para atrás y digo que pena. Al mismo tiempo, digo que suerte que por distintos caminos llegaron a mis manos. Algunos antes de ingresar a la universidad, otros durante, otros después. Y también me detengo con mucha atención como la causa Papel Prensa se obvio de la currícula en la carrera que estaba formando a cientos de comunicadores.
Sin conocimiento de la historia los diversos procesos sociales, políticos, culturales y económicos en la práctica del periodismo pasan de largo, pierdan toda su densidad, su riqueza, se escabullen por nuestras manos. Y si eso pasa: ¿Qué hacemos en el periodismo? ¿Qué clase de periodismo hacemos? ¿Estamos salvando vidas o somos cómplices de los guantes blancos ante cada enter?
Una amiga de Salta luego de que esta sección me publicara una columna se preguntaba: ¿Para qué están las carreras de comunicación social? ¿Para sostener los engaños históricos? En algunos casos, sin duda. Por ejemplo, la causa Papel Prensa.
En definitiva, quiero retomar el nombre de Di Benedetto, recuperarlo de entre los olvidos, alegrarme por tenerlo en la biblioteca y compartirlo con Ustedes, porque recuperar los olvidos es construir un presente sin allanamientos de morada en la memoria.
* Secretario de Extensión, Facultad de Humanidades de la U. N. Comahue.
marcosnqn@hotmail.com
miércoles, 22 de julio de 2015
miércoles, 24 de junio de 2015
La ciencia, un asunto de comunicación social
Por Pablo Esteban
Según la Real Academia Española, la ciencia remite al conjunto de conocimientos obtenidos mediante la observación y el razonamiento, sistemáticamente estructurados y de los que se deducen principios y leyes generales. Sin embargo, presentada de ese modo –así, sin demasiado brillo, esquemática y fría–, esta definición oculta una multiplicidad de sentidos susceptibles de ser atribuidos. En principio, más vale arrancar por lo básico: la ciencia es una parte esencial de la cultura, en efecto, engloba un conjunto de prácticas que no existen sin seres humanos que las realicen.
Desde este punto de vista, tres asuntos florecen en el barro analítico y asoman por su importancia. Primero, un requisito: la ciencia requiere ser estudiada en contexto; luego, una propuesta metodológica: la ciencia puede ser abordada desde una perspectiva comunicacional, y, por último, una necesidad: tras considerar los puntos anteriores, será esencial la generación de condiciones de acceso que garanticen la participación de toda la sociedad en el proceso productivo y reproductivo de los saberes científicos.
- Los científicos hacen historia (pero) desde la historia. Es imposible comprender las ideas de algún filósofo o científico –que para el caso, son lo mismo– si no se accede al idioma de época; a respirar sus aires y a pasear por sus caminos. No se trata de ponerse en lugar de nadie, ello es imposible; aunque sí de comprender por qué sus pensamientos se impusieron en ese instante y no en otros, y por qué se desarrollaron en determinadas latitudes cuando las coordenadas podrían haber sido bien diferentes. En última instancia, intentar responder a una pregunta tan simple como: ¿por qué las cosas suceden cuando suceden y en el sitio en que suceden?
Proceso: una palabra que resuena con fuerza y que a menudo se vacía de significado, como usualmente ocurre con toda categoría analítica utilizada hasta el cansancio. Cada acontecimiento forma parte de una sucesión de momentos que se acomodan en una línea cronológica imaginaria que avanza a paso firme y jamás se detiene. Cada genio de época leyó libros que escribieron sus antecesores y se alimentó de las ideas que allí pululaban. Personas como Copérnico, Galileo y Kant, sin dudas, estuvieron interpeladas por sus entornos, pues, trabajaron con herramientas sociales y produjeron ideas maravillosas que hicieron historia pero desde la historia.
- La ciencia y la comunicación: una relación que pide matrimonio. La comunicación puede ser definida como un enfoque que permite desentrañar falsas concepciones, percepciones, valoraciones y modos de significación. Una perspectiva novedosa que –con un objetivo similar al de otras ciencias sociales como la antropología– busca penetrar el denso entramado que presentan los escenarios cotidianos, esos que los seres humanos organizados en grupos acostumbran a llamar “realidad”. De aquí que observar a la ciencia con los ojos de la comunicación permite una lectura alternativa que desmitifica la supuesta blancura de un campo que está atravesado por tensiones, luchas de dominación y de poder.
Para ser más explícito, cada vez que una comunidad científica festeja un acontecimiento, ensancha las espaldas de un intelectual y dirige políticas de investigación en direcciones puntuales, lo que está haciendo no es más que velar otros acontecimientos, quebrar otras espaldas y anular otras posibles trayectorias. En definitiva, amordaza otras bocas para callar otras voces que disputan otros sentidos.
Sin embargo, las relaciones entre ciencia y comunicación no descansan en ese escalón. Todavía hay más: la ciencia posee un lenguaje que tiene su gramática, su ortografía y su sintaxis; un lenguaje que es necesario aprender y que sólo los escritores de elite de- sarrollan a medida que peinan sus canas y cuando sus pieles se convierten en pellejos. El gran maestro Leonardo Moledo, a menudo señalaba: “La ciencia es un cuento que la humanidad se cuenta a sí misma. La historia del Universo y las historias del Universo son tan maravillosas como el más maravilloso de los cuentos. Entonces es una falacia total que la ciencia no sea un relato. La ciencia lo es, porque es comunicación y es lenguaje”.
- Para el pueblo lo que es del pueblo. El núcleo duro de la ciencia está compuesto por leyes generales, es decir, por enunciados científicos. Desde un enfoque semiótico, las teorías de la enunciación contemporáneas plantean una cuestión central: mientras los enunciados remiten al acto individual de apropiación de una lengua, el proceso de enunciación se caracteriza por la instalación de un “otro” que interpreta –o decodifica, así lo diría el jamaiquino Stuart Hall– el mensaje. Dicho de otro modo, la comunicación es dialógica y el diálogo supone un contexto en el que la práctica comunicativa se desenvuelve. Por tanto, no tiene sentido el hermetismo científico, pues, en definitiva el objetivo de toda investigación debe ser la divulgación; democratizar el acceso y ensanchar el espectro del público alcanzado. La ciencia no es patrimonio de quien “descubre” sino que pertenece a todos aquellos que demuestran curiosidad por aprender sobre un nuevo modo de pensar la vida. En síntesis, el acto hermenéutico de interpretación implica un proceso de resignificación y construcción del que nadie está exento.
- Ideas finales para construir nuevos principios. Resulta imposible, entonces, circunscribir el término –únicamente– al reducido marco de especialistas, uniformados con guardapolvos blancos y rodeados de tubos de ensayo y compuestos químicos multicolores y humeantes. En efecto, la realización de un ejercicio de desmitificación conceptual podría servir para allanar el camino hacia una aplicación más cotidiana y justa del término.
No todo el mundo cree en la existencia de una ciencia unificada que teje relaciones entre disciplinas como pueden ser la Historia, las Matemáticas y la Filosofía –porque para ser más exactos, no todo el mundo posee las necesidades materiales tan satisfechas como para sentarse a reflexionar, con un café en mano, sobre ello–. Y cuanto más se avanza en el tiempo, si es que el tiempo nos permite avanzar y si es que finalmente existe el tiempo (cuestión que habría que consultar tras leer los pensamientos de cráneos talentosos como Norbert Elias o Edward Thompson) la parcialización de los saberes en campos cada vez más y más pequeños es notoria y palpable.
En la actualidad, con mayor recurrencia, los investigadores y los científicos son empujados a realizar análisis acotadísimos y a recortar sus objetos de estudio hasta hacerlos desvanecer por asfixia. Las disciplinas están más disciplinadas que nunca y, en algunos casos, de tanta rigidez terminan por perder el horizonte y el propósito medular, en efecto, que la sociedad alcance un mejor funcionamiento –es decir que logre mayor equidad y autonomía– a partir de la producción de nuevos conocimientos.
En la posmodernidad, se promueven abordajes segmentados pero “profundos” a diferencia de los megaproyectos que los escritores clásicos realizaban en siglos precedentes. Ya no se cree demasiado en las “historias universales” y el polvo mágico de los atlas ha quedado en el camino. Aquellos libros regordetes que parecían encerrar en un puñado de páginas todos los secretos del mundo ya no generan el consenso de antaño. No. Hoy, las narrativas opcionales, los otros relatos, las otras perspectivas y las otras cosmovisiones (que son legítimas pero no están legitimizadas) están en la superficie y conforman la difusa sustancia que definen al viejo nuevo problema del sentido común.
En el siglo XXI, ninguna persona podrá decir que en esta parte del globo no se hace ciencia, luego de conocer, por caso, los impresionantes avances chilenos en materia astronómica, los progresos cubanos en salud pública e inmunología y los progresos costarricenses en producción de energías renovables. En esa línea es que Argentina proyecta el futuro, convencida de tener herramientas suficientes para escribir la historia con un lápiz propio. Sólo será cuestión de sacarle punta y afilar un poco el trazo.
En este marco, la propuesta será pensar en el concepto de ciencia desde un enfoque más flexible: evitar la falsa dicotomía entre las “duras” y las “blandas”, otorgarles a las sociales y a las humanidades un estatus tan digno como merecido y promover desde los medios masivos de comunicación una perspectiva que defina a la ciencia más allá de sus etiquetas. No alcanza con desarrollar satélites y tirarlos al espacio, no basta con aprender a resolver ecuaciones de segundo o tercer grado, así como tampoco es suficiente conocer cuáles son los males que causan pesticidas como el glifosato para el reino animal, vegetal y humano. No, pues, la ciencia no es un elemento aislable ni específico ni nada de eso; la ciencia es una práctica cultural y, como tal, tiene sentido siempre y cuando se involucren las personas.
poesteban@gmail.com
http://www.pagina12.com.ar/diario/ciencia/19-275591-2015-06-24.html
Según la Real Academia Española, la ciencia remite al conjunto de conocimientos obtenidos mediante la observación y el razonamiento, sistemáticamente estructurados y de los que se deducen principios y leyes generales. Sin embargo, presentada de ese modo –así, sin demasiado brillo, esquemática y fría–, esta definición oculta una multiplicidad de sentidos susceptibles de ser atribuidos. En principio, más vale arrancar por lo básico: la ciencia es una parte esencial de la cultura, en efecto, engloba un conjunto de prácticas que no existen sin seres humanos que las realicen.
Desde este punto de vista, tres asuntos florecen en el barro analítico y asoman por su importancia. Primero, un requisito: la ciencia requiere ser estudiada en contexto; luego, una propuesta metodológica: la ciencia puede ser abordada desde una perspectiva comunicacional, y, por último, una necesidad: tras considerar los puntos anteriores, será esencial la generación de condiciones de acceso que garanticen la participación de toda la sociedad en el proceso productivo y reproductivo de los saberes científicos.
- Los científicos hacen historia (pero) desde la historia. Es imposible comprender las ideas de algún filósofo o científico –que para el caso, son lo mismo– si no se accede al idioma de época; a respirar sus aires y a pasear por sus caminos. No se trata de ponerse en lugar de nadie, ello es imposible; aunque sí de comprender por qué sus pensamientos se impusieron en ese instante y no en otros, y por qué se desarrollaron en determinadas latitudes cuando las coordenadas podrían haber sido bien diferentes. En última instancia, intentar responder a una pregunta tan simple como: ¿por qué las cosas suceden cuando suceden y en el sitio en que suceden?
Proceso: una palabra que resuena con fuerza y que a menudo se vacía de significado, como usualmente ocurre con toda categoría analítica utilizada hasta el cansancio. Cada acontecimiento forma parte de una sucesión de momentos que se acomodan en una línea cronológica imaginaria que avanza a paso firme y jamás se detiene. Cada genio de época leyó libros que escribieron sus antecesores y se alimentó de las ideas que allí pululaban. Personas como Copérnico, Galileo y Kant, sin dudas, estuvieron interpeladas por sus entornos, pues, trabajaron con herramientas sociales y produjeron ideas maravillosas que hicieron historia pero desde la historia.
- La ciencia y la comunicación: una relación que pide matrimonio. La comunicación puede ser definida como un enfoque que permite desentrañar falsas concepciones, percepciones, valoraciones y modos de significación. Una perspectiva novedosa que –con un objetivo similar al de otras ciencias sociales como la antropología– busca penetrar el denso entramado que presentan los escenarios cotidianos, esos que los seres humanos organizados en grupos acostumbran a llamar “realidad”. De aquí que observar a la ciencia con los ojos de la comunicación permite una lectura alternativa que desmitifica la supuesta blancura de un campo que está atravesado por tensiones, luchas de dominación y de poder.
Para ser más explícito, cada vez que una comunidad científica festeja un acontecimiento, ensancha las espaldas de un intelectual y dirige políticas de investigación en direcciones puntuales, lo que está haciendo no es más que velar otros acontecimientos, quebrar otras espaldas y anular otras posibles trayectorias. En definitiva, amordaza otras bocas para callar otras voces que disputan otros sentidos.
Sin embargo, las relaciones entre ciencia y comunicación no descansan en ese escalón. Todavía hay más: la ciencia posee un lenguaje que tiene su gramática, su ortografía y su sintaxis; un lenguaje que es necesario aprender y que sólo los escritores de elite de- sarrollan a medida que peinan sus canas y cuando sus pieles se convierten en pellejos. El gran maestro Leonardo Moledo, a menudo señalaba: “La ciencia es un cuento que la humanidad se cuenta a sí misma. La historia del Universo y las historias del Universo son tan maravillosas como el más maravilloso de los cuentos. Entonces es una falacia total que la ciencia no sea un relato. La ciencia lo es, porque es comunicación y es lenguaje”.
- Para el pueblo lo que es del pueblo. El núcleo duro de la ciencia está compuesto por leyes generales, es decir, por enunciados científicos. Desde un enfoque semiótico, las teorías de la enunciación contemporáneas plantean una cuestión central: mientras los enunciados remiten al acto individual de apropiación de una lengua, el proceso de enunciación se caracteriza por la instalación de un “otro” que interpreta –o decodifica, así lo diría el jamaiquino Stuart Hall– el mensaje. Dicho de otro modo, la comunicación es dialógica y el diálogo supone un contexto en el que la práctica comunicativa se desenvuelve. Por tanto, no tiene sentido el hermetismo científico, pues, en definitiva el objetivo de toda investigación debe ser la divulgación; democratizar el acceso y ensanchar el espectro del público alcanzado. La ciencia no es patrimonio de quien “descubre” sino que pertenece a todos aquellos que demuestran curiosidad por aprender sobre un nuevo modo de pensar la vida. En síntesis, el acto hermenéutico de interpretación implica un proceso de resignificación y construcción del que nadie está exento.
- Ideas finales para construir nuevos principios. Resulta imposible, entonces, circunscribir el término –únicamente– al reducido marco de especialistas, uniformados con guardapolvos blancos y rodeados de tubos de ensayo y compuestos químicos multicolores y humeantes. En efecto, la realización de un ejercicio de desmitificación conceptual podría servir para allanar el camino hacia una aplicación más cotidiana y justa del término.
No todo el mundo cree en la existencia de una ciencia unificada que teje relaciones entre disciplinas como pueden ser la Historia, las Matemáticas y la Filosofía –porque para ser más exactos, no todo el mundo posee las necesidades materiales tan satisfechas como para sentarse a reflexionar, con un café en mano, sobre ello–. Y cuanto más se avanza en el tiempo, si es que el tiempo nos permite avanzar y si es que finalmente existe el tiempo (cuestión que habría que consultar tras leer los pensamientos de cráneos talentosos como Norbert Elias o Edward Thompson) la parcialización de los saberes en campos cada vez más y más pequeños es notoria y palpable.
En la actualidad, con mayor recurrencia, los investigadores y los científicos son empujados a realizar análisis acotadísimos y a recortar sus objetos de estudio hasta hacerlos desvanecer por asfixia. Las disciplinas están más disciplinadas que nunca y, en algunos casos, de tanta rigidez terminan por perder el horizonte y el propósito medular, en efecto, que la sociedad alcance un mejor funcionamiento –es decir que logre mayor equidad y autonomía– a partir de la producción de nuevos conocimientos.
En la posmodernidad, se promueven abordajes segmentados pero “profundos” a diferencia de los megaproyectos que los escritores clásicos realizaban en siglos precedentes. Ya no se cree demasiado en las “historias universales” y el polvo mágico de los atlas ha quedado en el camino. Aquellos libros regordetes que parecían encerrar en un puñado de páginas todos los secretos del mundo ya no generan el consenso de antaño. No. Hoy, las narrativas opcionales, los otros relatos, las otras perspectivas y las otras cosmovisiones (que son legítimas pero no están legitimizadas) están en la superficie y conforman la difusa sustancia que definen al viejo nuevo problema del sentido común.
En el siglo XXI, ninguna persona podrá decir que en esta parte del globo no se hace ciencia, luego de conocer, por caso, los impresionantes avances chilenos en materia astronómica, los progresos cubanos en salud pública e inmunología y los progresos costarricenses en producción de energías renovables. En esa línea es que Argentina proyecta el futuro, convencida de tener herramientas suficientes para escribir la historia con un lápiz propio. Sólo será cuestión de sacarle punta y afilar un poco el trazo.
En este marco, la propuesta será pensar en el concepto de ciencia desde un enfoque más flexible: evitar la falsa dicotomía entre las “duras” y las “blandas”, otorgarles a las sociales y a las humanidades un estatus tan digno como merecido y promover desde los medios masivos de comunicación una perspectiva que defina a la ciencia más allá de sus etiquetas. No alcanza con desarrollar satélites y tirarlos al espacio, no basta con aprender a resolver ecuaciones de segundo o tercer grado, así como tampoco es suficiente conocer cuáles son los males que causan pesticidas como el glifosato para el reino animal, vegetal y humano. No, pues, la ciencia no es un elemento aislable ni específico ni nada de eso; la ciencia es una práctica cultural y, como tal, tiene sentido siempre y cuando se involucren las personas.
poesteban@gmail.com
http://www.pagina12.com.ar/diario/ciencia/19-275591-2015-06-24.html
martes, 7 de abril de 2015
Representaciones sobre la violencia política
Marcos Muñoz expone los primeros resultados de una investigación respecto de las representaciones sobre la violencia política construidas en 1974 por el diario Sur Argentino, controlado entonces por la familia Sapag.
Por Marcos Muñoz *
El diario Sur Argentino fue propiedad de la Editorial Sur Argentino Sociedad Anónima, ubicada en la ciudad de Neuquén e integrada por los hermanos Sapag: Felipe, Elías Cannán, Amado y José. Se publicó desde el 12 de septiembre de 1970 hasta 30 de julio de 1978.
Publicaciones periodísticas y diversos trabajos de investigación surgidos desde diferentes vertientes, entre ellas de las universidades, han dado cuenta del grado de complicidad que tuvieron medios de alcance nacional con la dictadura. En este caso y en relación con el mismo tema, se busca compartir los primeros avances de un trabajo que forma parte de un proyecto de investigación más amplio que dirige la Dra. Beatriz Gentile en la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional del Comahue.
Gran parte de los trabajos abordados en relación con la prensa y la dictadura analizan el rol de la prensa “porteña”. Este artículo pretende responder a la pregunta: ¿Qué representaciones construyó sobre la violencia política el diario Sur Argentino en 1974? El clima de violencia política, ya para 1974, no es una novedad. Y es el propio Sur Argentino quien detalla cronológicamente los diecisiete asaltos a guarniciones militares. Además, para los primeros meses de ese año se observa como natural en la tapa de los diarios como tema central diciendo “Extremistas muertos”, como también se presenta recurrentemente en ciudades como Córdoba, Tucumán, La Plata, Capital Federal, Mendoza, Rosario la ola de violencia política.
Cuando las Fuerzas Armadas realizan procedimientos denominan al “otro” como elementos subversivos, naturalizan el uso de la fuerza por parte del Estado como forma de solución final hasta provocar la muerte del extremista.
Días más tarde al intento de copamiento a la guarnición militar por parte del ERP en Azul, en enero de 1974, el dueño del diario y senador nacional por Neuquén (MPN), Elías Sapag, más otros referentes políticos se pronunciaron al respecto en una nota de opinión publicada en Sur Argentino, utilizando expresiones tales como “ellos no tienen patria ni cabida en nuestro país”, “atentado terrorista”, “minoría apátrida”, “se benefician los intereses antinacionales”, “darles un castigo merecido y terminar con esas bandas de salvajes”. De esta manera ubican a esos actores en el mismo bloque ideológico de las declaraciones formuladas en el mes de junio por el general Otto Paladino cuando las define como “organizaciones terroristas trosko-marxistas”.
Las declaraciones de los referentes políticos como el general Paladino, comandante de la IV Brigada de Infantería de Montaña (con asiento en Neuquén capital), proponen un mismo hilo conductor para su análisis: las organizaciones armadas son un problema, representan la violencia y practican la violencia. Además, se deja entrever que la violencia sólo proviene del accionar de las organizaciones armadas.
La construcción de representaciones sobre la violencia política en el diario Sur Argentino durante los meses previos al golpe de 1976 ubica al ejército y al MPN como un nosotros y a las agrupaciones armadas como otro. La voz oficial, a la que el diario le otorga legitimidad, pertenece a ese campo del “nosotros”. Los “otros” representan el caos, la violencia a la que hay que frenar como sea. Esos “otros” son los portadores de una violencia que merece la acción combinada de la policía y el Ejército para batallar contra la guerrilla, pero sin explicar a la sociedad cómo se piensa hacer eso. Los portadores de la violencia son los “otros”, los portadores de la solución a esa violencia “nosotros”, aunque eso implique la derrota de extremistas como si se tratara de titular un resultado deportivo.
Podría decirse que el clima de época es el trato preferencial de las noticias a las versiones en las que se ubica a las organizaciones armadas como los únicos violentos y, por lo tanto, responsables del clima social y político (tensión y miedo). Producto de esto, Sur Argentino marca una distancia sobre el rol de la prensa como instrumento de diálogo social inclinándose bajo una lógica en la construcción del lenguaje (y, por lo tanto, disputa los sentidos y las claves de ese presente histórico), que busca justificar la metodología empleada por las Fuerzas Armadas y/o la Policía Federal.
* Licenciado en Comunicación Social. Integrante equipo de investigación- Humanidades. Universidad Nacional del Comahue.
marcosnqn@hotmail.com
Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/laventana/26-269420-2015-04-07.html
Por Marcos Muñoz *
El diario Sur Argentino fue propiedad de la Editorial Sur Argentino Sociedad Anónima, ubicada en la ciudad de Neuquén e integrada por los hermanos Sapag: Felipe, Elías Cannán, Amado y José. Se publicó desde el 12 de septiembre de 1970 hasta 30 de julio de 1978.
Publicaciones periodísticas y diversos trabajos de investigación surgidos desde diferentes vertientes, entre ellas de las universidades, han dado cuenta del grado de complicidad que tuvieron medios de alcance nacional con la dictadura. En este caso y en relación con el mismo tema, se busca compartir los primeros avances de un trabajo que forma parte de un proyecto de investigación más amplio que dirige la Dra. Beatriz Gentile en la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional del Comahue.
Gran parte de los trabajos abordados en relación con la prensa y la dictadura analizan el rol de la prensa “porteña”. Este artículo pretende responder a la pregunta: ¿Qué representaciones construyó sobre la violencia política el diario Sur Argentino en 1974? El clima de violencia política, ya para 1974, no es una novedad. Y es el propio Sur Argentino quien detalla cronológicamente los diecisiete asaltos a guarniciones militares. Además, para los primeros meses de ese año se observa como natural en la tapa de los diarios como tema central diciendo “Extremistas muertos”, como también se presenta recurrentemente en ciudades como Córdoba, Tucumán, La Plata, Capital Federal, Mendoza, Rosario la ola de violencia política.
Cuando las Fuerzas Armadas realizan procedimientos denominan al “otro” como elementos subversivos, naturalizan el uso de la fuerza por parte del Estado como forma de solución final hasta provocar la muerte del extremista.
Días más tarde al intento de copamiento a la guarnición militar por parte del ERP en Azul, en enero de 1974, el dueño del diario y senador nacional por Neuquén (MPN), Elías Sapag, más otros referentes políticos se pronunciaron al respecto en una nota de opinión publicada en Sur Argentino, utilizando expresiones tales como “ellos no tienen patria ni cabida en nuestro país”, “atentado terrorista”, “minoría apátrida”, “se benefician los intereses antinacionales”, “darles un castigo merecido y terminar con esas bandas de salvajes”. De esta manera ubican a esos actores en el mismo bloque ideológico de las declaraciones formuladas en el mes de junio por el general Otto Paladino cuando las define como “organizaciones terroristas trosko-marxistas”.
Las declaraciones de los referentes políticos como el general Paladino, comandante de la IV Brigada de Infantería de Montaña (con asiento en Neuquén capital), proponen un mismo hilo conductor para su análisis: las organizaciones armadas son un problema, representan la violencia y practican la violencia. Además, se deja entrever que la violencia sólo proviene del accionar de las organizaciones armadas.
La construcción de representaciones sobre la violencia política en el diario Sur Argentino durante los meses previos al golpe de 1976 ubica al ejército y al MPN como un nosotros y a las agrupaciones armadas como otro. La voz oficial, a la que el diario le otorga legitimidad, pertenece a ese campo del “nosotros”. Los “otros” representan el caos, la violencia a la que hay que frenar como sea. Esos “otros” son los portadores de una violencia que merece la acción combinada de la policía y el Ejército para batallar contra la guerrilla, pero sin explicar a la sociedad cómo se piensa hacer eso. Los portadores de la violencia son los “otros”, los portadores de la solución a esa violencia “nosotros”, aunque eso implique la derrota de extremistas como si se tratara de titular un resultado deportivo.
Podría decirse que el clima de época es el trato preferencial de las noticias a las versiones en las que se ubica a las organizaciones armadas como los únicos violentos y, por lo tanto, responsables del clima social y político (tensión y miedo). Producto de esto, Sur Argentino marca una distancia sobre el rol de la prensa como instrumento de diálogo social inclinándose bajo una lógica en la construcción del lenguaje (y, por lo tanto, disputa los sentidos y las claves de ese presente histórico), que busca justificar la metodología empleada por las Fuerzas Armadas y/o la Policía Federal.
* Licenciado en Comunicación Social. Integrante equipo de investigación- Humanidades. Universidad Nacional del Comahue.
marcosnqn@hotmail.com
Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/laventana/26-269420-2015-04-07.html
miércoles, 1 de abril de 2015
Representaciones sobre la violencia política
Marcos Muñoz expone los primeros resultados de una investigación respecto de las representaciones sobre la violencia política construidas en 1974 por el diario Sur Argentino, controlado entonces por la familia Sapag.
Por Marcos Muñoz *
El diario Sur Argentino fue propiedad de la Editorial Sur Argentino Sociedad Anónima, ubicada en la ciudad de Neuquén e integrada por los hermanos Sapag: Felipe, Elías Cannán, Amado y José. Se publicó desde el 12 de septiembre de 1970 hasta 30 de julio de 1978.
Publicaciones periodísticas y diversos trabajos de investigación surgidos desde diferentes vertientes, entre ellas de las universidades, han dado cuenta del grado de complicidad que tuvieron medios de alcance nacional con la dictadura. En este caso y en relación con el mismo tema, se busca compartir los primeros avances de un trabajo que forma parte de un proyecto de investigación más amplio que dirige la Dra. Beatriz Gentile en la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional del Comahue.
Gran parte de los trabajos abordados en relación con la prensa y la dictadura analizan el rol de la prensa “porteña”. Este artículo pretende responder a la pregunta: ¿Qué representaciones construyó sobre la violencia política el diario Sur Argentino en 1974? El clima de violencia política, ya para 1974, no es una novedad. Y es el propio Sur Argentino quien detalla cronológicamente los diecisiete asaltos a guarniciones militares. Además, para los primeros meses de ese año se observa como natural en la tapa de los diarios como tema central diciendo “Extremistas muertos”, como también se presenta recurrentemente en ciudades como Córdoba, Tucumán, La Plata, Capital Federal, Mendoza, Rosario la ola de violencia política.
Cuando las Fuerzas Armadas realizan procedimientos denominan al “otro” como elementos subversivos, naturalizan el uso de la fuerza por parte del Estado como forma de solución final hasta provocar la muerte del extremista.
Días más tarde al intento de copamiento a la guarnición militar por parte del ERP en Azul, en enero de 1974, el dueño del diario y senador nacional por Neuquén (MPN), Elías Sapag, más otros referentes políticos se pronunciaron al respecto en una nota de opinión publicada en Sur Argentino, utilizando expresiones tales como “ellos no tienen patria ni cabida en nuestro país”, “atentado terrorista”, “minoría apátrida”, “se benefician los intereses antinacionales”, “darles un castigo merecido y terminar con esas bandas de salvajes”. De esta manera ubican a esos actores en el mismo bloque ideológico de las declaraciones formuladas en el mes de junio por el general Otto Paladino cuando las define como “organizaciones terroristas trosko-marxistas”.
Las declaraciones de los referentes políticos como el general Paladino, comandante de la IV Brigada de Infantería de Montaña (con asiento en Neuquén capital), proponen un mismo hilo conductor para su análisis: las organizaciones armadas son un problema, representan la violencia y practican la violencia. Además, se deja entrever que la violencia sólo proviene del accionar de las organizaciones armadas.
La construcción de representaciones sobre la violencia política en el diario Sur Argentino durante los meses previos al golpe de 1976 ubica al ejército y al MPN como un nosotros y a las agrupaciones armadas como otro. La voz oficial, a la que el diario le otorga legitimidad, pertenece a ese campo del “nosotros”. Los “otros” representan el caos, la violencia a la que hay que frenar como sea. Esos “otros” son los portadores de una violencia que merece la acción combinada de la policía y el Ejército para batallar contra la guerrilla, pero sin explicar a la sociedad cómo se piensa hacer eso. Los portadores de la violencia son los “otros”, los portadores de la solución a esa violencia “nosotros”, aunque eso implique la derrota de extremistas como si se tratara de titular un resultado deportivo.
Podría decirse que el clima de época es el trato preferencial de las noticias a las versiones en las que se ubica a las organizaciones armadas como los únicos violentos y, por lo tanto, responsables del clima social y político (tensión y miedo). Producto de esto, Sur Argentino marca una distancia sobre el rol de la prensa como instrumento de diálogo social inclinándose bajo una lógica en la construcción del lenguaje (y, por lo tanto, disputa los sentidos y las claves de ese presente histórico), que busca justificar la metodología empleada por las Fuerzas Armadas y/o la Policía Federal.
* Licenciado en Comunicación Social. Integrante equipo de investigación- Humanidades. Universidad Nacional del Comahue.
marcosnqn@hotmail.com
http://www.pagina12.com.ar/diario/laventana/26-269420-2015-04-01.html
Por Marcos Muñoz *
El diario Sur Argentino fue propiedad de la Editorial Sur Argentino Sociedad Anónima, ubicada en la ciudad de Neuquén e integrada por los hermanos Sapag: Felipe, Elías Cannán, Amado y José. Se publicó desde el 12 de septiembre de 1970 hasta 30 de julio de 1978.
Publicaciones periodísticas y diversos trabajos de investigación surgidos desde diferentes vertientes, entre ellas de las universidades, han dado cuenta del grado de complicidad que tuvieron medios de alcance nacional con la dictadura. En este caso y en relación con el mismo tema, se busca compartir los primeros avances de un trabajo que forma parte de un proyecto de investigación más amplio que dirige la Dra. Beatriz Gentile en la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional del Comahue.
Gran parte de los trabajos abordados en relación con la prensa y la dictadura analizan el rol de la prensa “porteña”. Este artículo pretende responder a la pregunta: ¿Qué representaciones construyó sobre la violencia política el diario Sur Argentino en 1974? El clima de violencia política, ya para 1974, no es una novedad. Y es el propio Sur Argentino quien detalla cronológicamente los diecisiete asaltos a guarniciones militares. Además, para los primeros meses de ese año se observa como natural en la tapa de los diarios como tema central diciendo “Extremistas muertos”, como también se presenta recurrentemente en ciudades como Córdoba, Tucumán, La Plata, Capital Federal, Mendoza, Rosario la ola de violencia política.
Cuando las Fuerzas Armadas realizan procedimientos denominan al “otro” como elementos subversivos, naturalizan el uso de la fuerza por parte del Estado como forma de solución final hasta provocar la muerte del extremista.
Días más tarde al intento de copamiento a la guarnición militar por parte del ERP en Azul, en enero de 1974, el dueño del diario y senador nacional por Neuquén (MPN), Elías Sapag, más otros referentes políticos se pronunciaron al respecto en una nota de opinión publicada en Sur Argentino, utilizando expresiones tales como “ellos no tienen patria ni cabida en nuestro país”, “atentado terrorista”, “minoría apátrida”, “se benefician los intereses antinacionales”, “darles un castigo merecido y terminar con esas bandas de salvajes”. De esta manera ubican a esos actores en el mismo bloque ideológico de las declaraciones formuladas en el mes de junio por el general Otto Paladino cuando las define como “organizaciones terroristas trosko-marxistas”.
Las declaraciones de los referentes políticos como el general Paladino, comandante de la IV Brigada de Infantería de Montaña (con asiento en Neuquén capital), proponen un mismo hilo conductor para su análisis: las organizaciones armadas son un problema, representan la violencia y practican la violencia. Además, se deja entrever que la violencia sólo proviene del accionar de las organizaciones armadas.
La construcción de representaciones sobre la violencia política en el diario Sur Argentino durante los meses previos al golpe de 1976 ubica al ejército y al MPN como un nosotros y a las agrupaciones armadas como otro. La voz oficial, a la que el diario le otorga legitimidad, pertenece a ese campo del “nosotros”. Los “otros” representan el caos, la violencia a la que hay que frenar como sea. Esos “otros” son los portadores de una violencia que merece la acción combinada de la policía y el Ejército para batallar contra la guerrilla, pero sin explicar a la sociedad cómo se piensa hacer eso. Los portadores de la violencia son los “otros”, los portadores de la solución a esa violencia “nosotros”, aunque eso implique la derrota de extremistas como si se tratara de titular un resultado deportivo.
Podría decirse que el clima de época es el trato preferencial de las noticias a las versiones en las que se ubica a las organizaciones armadas como los únicos violentos y, por lo tanto, responsables del clima social y político (tensión y miedo). Producto de esto, Sur Argentino marca una distancia sobre el rol de la prensa como instrumento de diálogo social inclinándose bajo una lógica en la construcción del lenguaje (y, por lo tanto, disputa los sentidos y las claves de ese presente histórico), que busca justificar la metodología empleada por las Fuerzas Armadas y/o la Policía Federal.
* Licenciado en Comunicación Social. Integrante equipo de investigación- Humanidades. Universidad Nacional del Comahue.
marcosnqn@hotmail.com
http://www.pagina12.com.ar/diario/laventana/26-269420-2015-04-01.html
viernes, 20 de marzo de 2015
Ciencias sociales y medios
Frente al vértigo periodístico y teniendo en cuenta la diversa producción de conocimientos que genera la universidad, Marcos Muñoz pide hacer una pausa para preguntarse ¿qué lugar ocupan las ciencias sociales en la agenda de los medios?
Por Marcos Muñoz *
Hagamos una pausa en esta locura de vértigo tecnológico y voracidad de creer que la urgencia (publícalo rápido, publícalo ahora) en el campo del periodismo es el modelo a seguir de los tiempos que corren. Se publica de todo al mismo ritmo que transita un auto de carrera. A veces creo que se publica mucho, se piensa poco. Se publica mucho, aunque algunos periodistas se toman el trabajo de no perder de vista principios muy importantes en la práctica del periodismo, como cuidar el lenguaje y los términos apropiados según el tema; ubicar la cita al contexto enunciado; no inventar ni tergiversar datos; llevar una agenda propia de temas y de la perspectiva de ellos y chequear entre varias fuentes informaciones que son de enorme trascendencia no sólo en la vida política sino que impactan de lleno en la vida de la democracia.
La diversa producción de conocimiento que genera la universidad, especialmente las disciplinas que se encuentran en el campo de las ciencias sociales, ¿qué lugar ocupan en la agenda de los medios?
Argentina cuenta con 53 universidades nacionales, 49 universidades privadas, 7 institutos universitarios estatales, 14 institutos universitarios privados, 4 universidades provinciales, 1 universidad extranjera y 1 universidad internacional, según se informa en la página oficial del Ministerio de Educación de la Nación. A esta breve estadística, hay que sumar las propuestas terciarias que ofrecen las provincias tanto en el campo público como en el privado.
Antes de continuar, quiero hacer foco en las universidades nacionales. En todas ellas se dictan clases, se investiga y se practica la extensión. En todas ellas hay cientos de docentes que están en condiciones de aportar reflexiva y críticamente, elementos teóricos y metodológicos sobre diversos aspectos de la realidad que merecen ser abordados interdisciplinarmente. ¿Se los consulta? ¿Quiénes son las principales voces que citan los medios? De toda la información que los medios organizan en su agenda, para que posteriormente su agenda pase de la órbita privada al espacio público, se puede observar en líneas generales que la producción de conocimiento científico que producen en este caso las universidades nacionales es, al menos, escaso. ¿Esto es un problema? ¿Debe ser atendida esta situación?
Mientras la aplicación de la ley de medios de la democracia es demorada en su implementación total por un sector de la Justicia Federal, algunas universidades nacionales vienen trabajando en sus canales de aire, potenciado en otros casos sus radios FM o las áreas de prensa institucional con el propósito de, por un lado, darle contenido a una ley que costó décadas ser tomada como una necesidad de la democracia y, por otro, mostrar que hay diversas formas de pensar, de repensar la compleja realidad. Realidad cambiante, dinámica, escurridiza que nos invita a reflexionarla desde distintas posiciones, pero evitando de antemano llevar en la mochila viejas recetas teóricas y viejas formas de abordaje a problemas nuevos.
¿Qué puede aportar incorporar la producción de conocimiento de las ciencias sociales en la agenda de los medios? Habitualmente –hay excepciones, dependiendo del medio– cuando se cita resultados de trabajos de investigación o publicaciones de libros, o se hacen entrevistas, se los ubica en un plano en el que se le resta densidad política. Esta forma de presentar la producción científica es un primer obstáculo a superar.
No se puede pretender, por otra parte, que toda producción de conocimiento sea tomada como una verdad universal e incuestionable. Lo que estoy diciendo es que resulta necesario que en los medios, en todos sus formatos, y los periodistas que trabajan allí, comprendan en primer lugar de qué se trata esto de tener una agenda propia y quiénes son los actores políticos que permanentemente tienen disponibilidad de espacio en sus medios, quiénes hablan, quiénes no hablan y demás. Puede resultar extraño escribir esto, pero muchas veces es claro que distintos medios ubicados en lugares alejados entre sí, no sólo comparten la misma agenda sino que curiosamente comparten los mismos puntos de vista de esa agenda.
Repensar la práctica periodista en todas sus dimensiones debe ser algo constante. Y, en este contexto, es importante pensar qué lugar ocupan las ciencias sociales en la agenda de los medios. Hagamos una pausa y revisemos nuestro trabajo. Hay que tener presente nuestro contexto cultural y nuestro contexto sociopolítico, situarnos y sentirnos parte de esta coyuntura histórica, pensar desde aquí, no desde otro lugar que no sea nuestra realidad.
* Secretario de Extensión, Facultad de Humanidades de la U. N. Comahue.
marcosnqn@hotmail.com
Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/laventana/26-268370-2015-03-20.html
Por Marcos Muñoz *
Hagamos una pausa en esta locura de vértigo tecnológico y voracidad de creer que la urgencia (publícalo rápido, publícalo ahora) en el campo del periodismo es el modelo a seguir de los tiempos que corren. Se publica de todo al mismo ritmo que transita un auto de carrera. A veces creo que se publica mucho, se piensa poco. Se publica mucho, aunque algunos periodistas se toman el trabajo de no perder de vista principios muy importantes en la práctica del periodismo, como cuidar el lenguaje y los términos apropiados según el tema; ubicar la cita al contexto enunciado; no inventar ni tergiversar datos; llevar una agenda propia de temas y de la perspectiva de ellos y chequear entre varias fuentes informaciones que son de enorme trascendencia no sólo en la vida política sino que impactan de lleno en la vida de la democracia.
La diversa producción de conocimiento que genera la universidad, especialmente las disciplinas que se encuentran en el campo de las ciencias sociales, ¿qué lugar ocupan en la agenda de los medios?
Argentina cuenta con 53 universidades nacionales, 49 universidades privadas, 7 institutos universitarios estatales, 14 institutos universitarios privados, 4 universidades provinciales, 1 universidad extranjera y 1 universidad internacional, según se informa en la página oficial del Ministerio de Educación de la Nación. A esta breve estadística, hay que sumar las propuestas terciarias que ofrecen las provincias tanto en el campo público como en el privado.
Antes de continuar, quiero hacer foco en las universidades nacionales. En todas ellas se dictan clases, se investiga y se practica la extensión. En todas ellas hay cientos de docentes que están en condiciones de aportar reflexiva y críticamente, elementos teóricos y metodológicos sobre diversos aspectos de la realidad que merecen ser abordados interdisciplinarmente. ¿Se los consulta? ¿Quiénes son las principales voces que citan los medios? De toda la información que los medios organizan en su agenda, para que posteriormente su agenda pase de la órbita privada al espacio público, se puede observar en líneas generales que la producción de conocimiento científico que producen en este caso las universidades nacionales es, al menos, escaso. ¿Esto es un problema? ¿Debe ser atendida esta situación?
Mientras la aplicación de la ley de medios de la democracia es demorada en su implementación total por un sector de la Justicia Federal, algunas universidades nacionales vienen trabajando en sus canales de aire, potenciado en otros casos sus radios FM o las áreas de prensa institucional con el propósito de, por un lado, darle contenido a una ley que costó décadas ser tomada como una necesidad de la democracia y, por otro, mostrar que hay diversas formas de pensar, de repensar la compleja realidad. Realidad cambiante, dinámica, escurridiza que nos invita a reflexionarla desde distintas posiciones, pero evitando de antemano llevar en la mochila viejas recetas teóricas y viejas formas de abordaje a problemas nuevos.
¿Qué puede aportar incorporar la producción de conocimiento de las ciencias sociales en la agenda de los medios? Habitualmente –hay excepciones, dependiendo del medio– cuando se cita resultados de trabajos de investigación o publicaciones de libros, o se hacen entrevistas, se los ubica en un plano en el que se le resta densidad política. Esta forma de presentar la producción científica es un primer obstáculo a superar.
No se puede pretender, por otra parte, que toda producción de conocimiento sea tomada como una verdad universal e incuestionable. Lo que estoy diciendo es que resulta necesario que en los medios, en todos sus formatos, y los periodistas que trabajan allí, comprendan en primer lugar de qué se trata esto de tener una agenda propia y quiénes son los actores políticos que permanentemente tienen disponibilidad de espacio en sus medios, quiénes hablan, quiénes no hablan y demás. Puede resultar extraño escribir esto, pero muchas veces es claro que distintos medios ubicados en lugares alejados entre sí, no sólo comparten la misma agenda sino que curiosamente comparten los mismos puntos de vista de esa agenda.
Repensar la práctica periodista en todas sus dimensiones debe ser algo constante. Y, en este contexto, es importante pensar qué lugar ocupan las ciencias sociales en la agenda de los medios. Hagamos una pausa y revisemos nuestro trabajo. Hay que tener presente nuestro contexto cultural y nuestro contexto sociopolítico, situarnos y sentirnos parte de esta coyuntura histórica, pensar desde aquí, no desde otro lugar que no sea nuestra realidad.
* Secretario de Extensión, Facultad de Humanidades de la U. N. Comahue.
marcosnqn@hotmail.com
Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/laventana/26-268370-2015-03-20.html
miércoles, 4 de marzo de 2015
“Se aprobaron reformas importantes”
El político con mejor evaluación ciudadana en Chile reconoce que el gobierno de Bachelet “aprobó en un año reformas demoradas durante 25 años”, como la educativa y la electoral. Cree que la clase política debe discutir el tema de la ética.
Por Mercedes López San Miguel
Marco Enríquez-Ominami, 41 años, es actualmente el político chileno con mejor evaluación ciudadana, según el ranking elaborado por el influyente Centro de Estudios Públicos. Ex diputado díscolo de la Concertación y dos veces candidato presidencial independiente, Enríquez-Ominami se proyecta para el 2017 imaginando un eventual acercamiento con la coalición Nueva Mayoría, que lidera Michelle Bachelet. “Estamos preparados para ir solos, pero juntos somos más fuertes”, afirma a Página/12 a su paso por Buenos Aires, donde tenía previsto reunirse con Daniel Scioli y Sergio Massa.
M.E.-O., como se lo conoce en Chile, valora las cuatro reformas aprobadas en un año de gobierno de la líder socialista: educativa, tributaria, electoral y voto en el exterior. Al mismo tiempo, cree que la clase política debe discutir el tema de la ética, a raíz del “Nueragate”, un caso de tráfico de influencias que involucra al hijo de la mandataria. Entre conferencias académicas y el trabajo en su ONG, Fundación Progresa, el cineasta de profesión dirige un documental sobre los rapanui o pueblos originarios de la Isla de Pascua. “Estoy a favor de la autonomía de los pueblos originarios. La isla está a cinco mil kilómetros de las costas de Chile, en la Polinesia Francesa, tiene identidad y política propias, la gobierna un consejo de ancianos”. Además, planea hacer un largometraje con la historia de su padre biológico, el mítico guerrillero Miguel Enríquez.
–¿Con qué dirigente de la región se identifica más?
–Con Mujica. Para nosotros sería inviable seguir el camino de Chávez, Lugo, Kirchner y Correa, que construyeron su proyecto político desde el poder, porque en Chile no hay reelección. Lo nuestro va a ser una mezcla de convicción y política de alianza. Llevamos cinco años de ruptura, compitiendo en elecciones. La pregunta que surge es en qué condiciones y a qué costo haremos esa alianza.
–Se refiere a una alianza con la Nueva Mayoría
–Sí, pero también hay un mundo de izquierda que no está en la Nueva Mayoría, los ecologistas e humanistas; un conjunto de movimientos importantes. Nuestro sueño es que tengamos una gran primaria de centroizquierda, como el Frente Amplio en Uruguay. En 2009 los dirigentes de la Concertación se opusieron y perdimos todos (ganó la derecha). Estamos preparados para ir solos, pero juntos somos más fuertes.
–Bachelet avanzó con la reforma de la educación y aprobó el cambio del sistema binominal, dos de sus planteos. ¿Cómo lo evalúa?
–Lo que está haciendo es muy importante y muy valiente. Me siento parte e incluso transformador de Bachelet, aunque no haya votado por ella. En un año se aprobaron cuatro reformas que se demoraron 25 años: la tributaria, que a mi juicio es insuficiente pero es un paso; la educativa, que es importante en lo ideológico, ya que prohíbe la selección de alumnos por parte de los colegios; el cambio del sistema electoral binominal, que deja atrás una matemática perversa. A partir de ahora, Chile se va a parecer a Brasil, con un multipartidismo más real y con la búsqueda de votos en cada proyecto de ley, ya que no habrá dos bloques. Va a ser más difícil gobernar, pero para las fuerzas progresistas será más fácil participar en las elecciones. La cuarta reforma es el derecho al voto en el exterior. En Argentina hay 420 mil chilenos habilitados para votar –la mitad de los chilenos en el exterior–. A mí me importan las reglas, no el dinero: Bachelet cambió las reglas de asignación de recursos, de recaudación, de selección de alumnos. En la reforma educativa falta un 80 por ciento por aprobar, pero arrancó en lo ideológico. Antes la izquierda decía que el problema de la desigualdad era el presupuesto y eso no es cierto. Se puede aumentar el presupuesto y mantener la desigualdad. La derecha nunca estuvo de acuerdo en cambiar las reglas neoliberales.
–Está pendiente reformar la Constitución heredada de Pinochet.
–Sí, Bachelet debió haber partido por ahí. Es una estrategia distinta, pedagógica, para que los chilenos vayan cada día valorando el debate constitucional. Creo que hay condiciones de sobra con los jóvenes para instalar una asamblea constituyente, pero ella no lo comparte.
–¿Qué le pareció la manera de reaccionar de la mandataria al caso de tráfico de influencias en el que está involucrado su hijo? Sebastián Dávalos debió dejar la Dirección Sociocultural de la presidencia y él y su esposa, Natalia Compagnon, renunciaron al Partido Socialista.
–Tengo una diferencia con la discusión que se está dando en Chile sobre este tema. Lo legal es asunto de la Justicia y mi tarea es decir que se investigue y condene, pero la otra discusión es sobre la ética. El gran patrimonio de la izquierda es la ética, la reivindicación de no ser pragmáticos.
–La corrupción puede ser de derecha como de izquierda.
–Pero la forma en que se responde no es sólo legal, sino ética. Creo que Bachelet es honesta, conozco a su familia y tengo la impresión de que es honesta también. Mi abuela es íntima de su mamá, viven en edificios vecinos, puerta con puerta. Mi abuelo era militar de la fuerza aérea y era amigo de Bachelet padre. El tema de fondo es qué opina ella de ese tipo de negocios. En el país más desigual de la región junto con México, el caso del hijo de Bachelet encarna la desigualdad.
–El presidente de la Corte Suprema, Sergio Muñoz, propone un sistema de control social a la clase política por ejemplo, eliminándoles los fueros. ¿Está de acuerdo?
–Lo propuse cuando era diputado, estoy de acuerdo. Recientemente se descubrió que la derecha había creado un grupo económico para financiarse, el caso Penta, eso es un escándalo. De nuevo, lo legal es gravísimo, pero discutamos la ética, si los políticos vendieron la conciencia.
mercelopez@pagina12.com.ar
Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-267312-2015-03-04.html
Por Mercedes López San Miguel
Marco Enríquez-Ominami, 41 años, es actualmente el político chileno con mejor evaluación ciudadana, según el ranking elaborado por el influyente Centro de Estudios Públicos. Ex diputado díscolo de la Concertación y dos veces candidato presidencial independiente, Enríquez-Ominami se proyecta para el 2017 imaginando un eventual acercamiento con la coalición Nueva Mayoría, que lidera Michelle Bachelet. “Estamos preparados para ir solos, pero juntos somos más fuertes”, afirma a Página/12 a su paso por Buenos Aires, donde tenía previsto reunirse con Daniel Scioli y Sergio Massa.
M.E.-O., como se lo conoce en Chile, valora las cuatro reformas aprobadas en un año de gobierno de la líder socialista: educativa, tributaria, electoral y voto en el exterior. Al mismo tiempo, cree que la clase política debe discutir el tema de la ética, a raíz del “Nueragate”, un caso de tráfico de influencias que involucra al hijo de la mandataria. Entre conferencias académicas y el trabajo en su ONG, Fundación Progresa, el cineasta de profesión dirige un documental sobre los rapanui o pueblos originarios de la Isla de Pascua. “Estoy a favor de la autonomía de los pueblos originarios. La isla está a cinco mil kilómetros de las costas de Chile, en la Polinesia Francesa, tiene identidad y política propias, la gobierna un consejo de ancianos”. Además, planea hacer un largometraje con la historia de su padre biológico, el mítico guerrillero Miguel Enríquez.
–¿Con qué dirigente de la región se identifica más?
–Con Mujica. Para nosotros sería inviable seguir el camino de Chávez, Lugo, Kirchner y Correa, que construyeron su proyecto político desde el poder, porque en Chile no hay reelección. Lo nuestro va a ser una mezcla de convicción y política de alianza. Llevamos cinco años de ruptura, compitiendo en elecciones. La pregunta que surge es en qué condiciones y a qué costo haremos esa alianza.
–Se refiere a una alianza con la Nueva Mayoría
–Sí, pero también hay un mundo de izquierda que no está en la Nueva Mayoría, los ecologistas e humanistas; un conjunto de movimientos importantes. Nuestro sueño es que tengamos una gran primaria de centroizquierda, como el Frente Amplio en Uruguay. En 2009 los dirigentes de la Concertación se opusieron y perdimos todos (ganó la derecha). Estamos preparados para ir solos, pero juntos somos más fuertes.
–Bachelet avanzó con la reforma de la educación y aprobó el cambio del sistema binominal, dos de sus planteos. ¿Cómo lo evalúa?
–Lo que está haciendo es muy importante y muy valiente. Me siento parte e incluso transformador de Bachelet, aunque no haya votado por ella. En un año se aprobaron cuatro reformas que se demoraron 25 años: la tributaria, que a mi juicio es insuficiente pero es un paso; la educativa, que es importante en lo ideológico, ya que prohíbe la selección de alumnos por parte de los colegios; el cambio del sistema electoral binominal, que deja atrás una matemática perversa. A partir de ahora, Chile se va a parecer a Brasil, con un multipartidismo más real y con la búsqueda de votos en cada proyecto de ley, ya que no habrá dos bloques. Va a ser más difícil gobernar, pero para las fuerzas progresistas será más fácil participar en las elecciones. La cuarta reforma es el derecho al voto en el exterior. En Argentina hay 420 mil chilenos habilitados para votar –la mitad de los chilenos en el exterior–. A mí me importan las reglas, no el dinero: Bachelet cambió las reglas de asignación de recursos, de recaudación, de selección de alumnos. En la reforma educativa falta un 80 por ciento por aprobar, pero arrancó en lo ideológico. Antes la izquierda decía que el problema de la desigualdad era el presupuesto y eso no es cierto. Se puede aumentar el presupuesto y mantener la desigualdad. La derecha nunca estuvo de acuerdo en cambiar las reglas neoliberales.
–Está pendiente reformar la Constitución heredada de Pinochet.
–Sí, Bachelet debió haber partido por ahí. Es una estrategia distinta, pedagógica, para que los chilenos vayan cada día valorando el debate constitucional. Creo que hay condiciones de sobra con los jóvenes para instalar una asamblea constituyente, pero ella no lo comparte.
–¿Qué le pareció la manera de reaccionar de la mandataria al caso de tráfico de influencias en el que está involucrado su hijo? Sebastián Dávalos debió dejar la Dirección Sociocultural de la presidencia y él y su esposa, Natalia Compagnon, renunciaron al Partido Socialista.
–Tengo una diferencia con la discusión que se está dando en Chile sobre este tema. Lo legal es asunto de la Justicia y mi tarea es decir que se investigue y condene, pero la otra discusión es sobre la ética. El gran patrimonio de la izquierda es la ética, la reivindicación de no ser pragmáticos.
–La corrupción puede ser de derecha como de izquierda.
–Pero la forma en que se responde no es sólo legal, sino ética. Creo que Bachelet es honesta, conozco a su familia y tengo la impresión de que es honesta también. Mi abuela es íntima de su mamá, viven en edificios vecinos, puerta con puerta. Mi abuelo era militar de la fuerza aérea y era amigo de Bachelet padre. El tema de fondo es qué opina ella de ese tipo de negocios. En el país más desigual de la región junto con México, el caso del hijo de Bachelet encarna la desigualdad.
–El presidente de la Corte Suprema, Sergio Muñoz, propone un sistema de control social a la clase política por ejemplo, eliminándoles los fueros. ¿Está de acuerdo?
–Lo propuse cuando era diputado, estoy de acuerdo. Recientemente se descubrió que la derecha había creado un grupo económico para financiarse, el caso Penta, eso es un escándalo. De nuevo, lo legal es gravísimo, pero discutamos la ética, si los políticos vendieron la conciencia.
mercelopez@pagina12.com.ar
Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-267312-2015-03-04.html
lunes, 2 de marzo de 2015
¿Qué lugar ocupan las ciencias sociales en los medios?
*Por Marcos Muñoz
Hagamos una pausa en esta locura de vertiginosidad tecnológica y voracidad de creer que la urgencia (publícalo rápido, publícalo ahora) en el campo del periodismo es el modelo a seguir de los tiempos que corren. Se publica de todo al mismo ritmo que transita un auto de carrera. A veces creo que se publica mucho, se piensa poco. Se publica mucho, aunque algunos periodistas se toman el trabajo de no perder de vista principios muy importantes en la práctica del periodismo como cuidar el lenguaje y los términos apropiados según el tema; ubicar la cita al contexto enunciado; no inventar ni tergiversar datos; llevar una agenda propia de temas y de la perspectiva del mismo y chequear entre varias fuentes informaciones que son de enormes trascendencia no sólo en la vida política sino que impactan de lleno en la vida de la democracia.
La diversa producción de conocimiento que genera la universidad, especialmente, las disciplinas que se encuentran en el campo de las ciencias sociales: ¿qué lugar ocupan en la agenda de los medios?
Argentina cuenta con 53 Universidades Nacionales, 49 universidades privadas, 7 institutos universitarios estatales, 14 institutos universitarios privados, 4 universidades provinciales, 1 universidad extranjera y 1 universidad internacional, según se informa en la página oficial del Ministerio de Educación de la Nación. A esta breve estadística, hay que sumar las propuestas terciarias que ofrecen las provincias en el campo público como en el privado. Antes de continuar, quiero hacer foco en las Universidades Nacionales, a ellas quiero referirme. En las universidades nacionales, en todas ellas, se dictan clases, se investiga y se practica la extensión. En todas ellas, hay cientos de docentes que están en condiciones de poder aportar reflexiva y críticamente, elementos teóricos y metodológicos sobre diversos aspectos de la realidad que merecen ser abordados interdisciplinarmente. ¿Se los consulta? ¿Quiénes son las principales voces que citan los medios?
De toda la información que los medios organizan en su agenda, para que posteriormente su agenda pase de la órbita privada al espacio público, se puede observar en líneas generales, que la producción de conocimiento científico que producen en este caso, las universidades nacionales es, al menos, escaso. ¿Esto es un problema? ¿Debe ser atendida esta situación?
Mientras la aplicación de la Ley de Medios de la Democracia es demorada en su implementación total por un sector de la justicia federal, las universidades nacionales, algunas de ellas, vienen trabajando en sus respectivos canales de aire, potenciado en otros casos sus radios FM o las áreas de prensa institucional con el propósito de, por un lado, darle contenido a una ley que costó décadas ser tomada como una necesidad de la democracia y, por otro lado, mostrar que hay diversas formas de pensar, de repensar la compleja realidad. Realidad cambiante, dinámica, escurridiza que nos invita a reflexionarla desde distintas posiciones pero evitando de ante mano, llevar en la mochila, viejas recetas teóricas y viejas formas de abordaje a problemas nuevos.
¿Qué puede aportar incorporar la producción de conocimiento de las ciencias sociales en la agenda de los medios? Depende el medio, pero habitualmente cuando se cita resultados de trabajo de investigación, o publicaciones de libros, o entrevistas suelen ser ubicadas en un plano en el que se le resta densidad política. Esta forma de presentar la producción científica es un primer obstáculo a superar. Por otra parte, no pretendo, que toda producción de conocimiento sea tomada como una verdad universal e incuestionable. Lo que estoy diciendo es que resulta necesario que en los medios, en todos sus formatos, los periodistas que trabajan allí, en primer lugar asuman de qué se trata esto de tener una agenda propia (resulta extraño escribir esto, pero muchas veces es claro que entre distintos medios ubicados en lugares alejados entre sí, no sólo comparten la misma agenda sino que curiosamente comparten los mismo puntos de vista de esa agenda) y quiénes son los actores políticos que permanentemente tienen disponibilidad de espacio en sus medios, quiénes hablan, quiénes no hablan, y demás. Repensar la práctica periodista en todas sus dimensiones debe ser algo constante. Y, en este contexto, pensar qué lugar ocupan las ciencias sociales en la agenda de los medios. Hagamos una pausa y revisemos nuestro trabajo. Hay que tener presente nuestro contexto cultural y nuestro contexto sociopolítico, pensar desde aquí, no desde otro lugar nuestra realidad.
*Lic. en Comunicación Social. Secretario de Extensión de la Facultad de Humanidades de la UNComahue. Contacto: marcosnqn@hotmail.com
Hagamos una pausa en esta locura de vertiginosidad tecnológica y voracidad de creer que la urgencia (publícalo rápido, publícalo ahora) en el campo del periodismo es el modelo a seguir de los tiempos que corren. Se publica de todo al mismo ritmo que transita un auto de carrera. A veces creo que se publica mucho, se piensa poco. Se publica mucho, aunque algunos periodistas se toman el trabajo de no perder de vista principios muy importantes en la práctica del periodismo como cuidar el lenguaje y los términos apropiados según el tema; ubicar la cita al contexto enunciado; no inventar ni tergiversar datos; llevar una agenda propia de temas y de la perspectiva del mismo y chequear entre varias fuentes informaciones que son de enormes trascendencia no sólo en la vida política sino que impactan de lleno en la vida de la democracia.
La diversa producción de conocimiento que genera la universidad, especialmente, las disciplinas que se encuentran en el campo de las ciencias sociales: ¿qué lugar ocupan en la agenda de los medios?
Argentina cuenta con 53 Universidades Nacionales, 49 universidades privadas, 7 institutos universitarios estatales, 14 institutos universitarios privados, 4 universidades provinciales, 1 universidad extranjera y 1 universidad internacional, según se informa en la página oficial del Ministerio de Educación de la Nación. A esta breve estadística, hay que sumar las propuestas terciarias que ofrecen las provincias en el campo público como en el privado. Antes de continuar, quiero hacer foco en las Universidades Nacionales, a ellas quiero referirme. En las universidades nacionales, en todas ellas, se dictan clases, se investiga y se practica la extensión. En todas ellas, hay cientos de docentes que están en condiciones de poder aportar reflexiva y críticamente, elementos teóricos y metodológicos sobre diversos aspectos de la realidad que merecen ser abordados interdisciplinarmente. ¿Se los consulta? ¿Quiénes son las principales voces que citan los medios?
De toda la información que los medios organizan en su agenda, para que posteriormente su agenda pase de la órbita privada al espacio público, se puede observar en líneas generales, que la producción de conocimiento científico que producen en este caso, las universidades nacionales es, al menos, escaso. ¿Esto es un problema? ¿Debe ser atendida esta situación?
Mientras la aplicación de la Ley de Medios de la Democracia es demorada en su implementación total por un sector de la justicia federal, las universidades nacionales, algunas de ellas, vienen trabajando en sus respectivos canales de aire, potenciado en otros casos sus radios FM o las áreas de prensa institucional con el propósito de, por un lado, darle contenido a una ley que costó décadas ser tomada como una necesidad de la democracia y, por otro lado, mostrar que hay diversas formas de pensar, de repensar la compleja realidad. Realidad cambiante, dinámica, escurridiza que nos invita a reflexionarla desde distintas posiciones pero evitando de ante mano, llevar en la mochila, viejas recetas teóricas y viejas formas de abordaje a problemas nuevos.
¿Qué puede aportar incorporar la producción de conocimiento de las ciencias sociales en la agenda de los medios? Depende el medio, pero habitualmente cuando se cita resultados de trabajo de investigación, o publicaciones de libros, o entrevistas suelen ser ubicadas en un plano en el que se le resta densidad política. Esta forma de presentar la producción científica es un primer obstáculo a superar. Por otra parte, no pretendo, que toda producción de conocimiento sea tomada como una verdad universal e incuestionable. Lo que estoy diciendo es que resulta necesario que en los medios, en todos sus formatos, los periodistas que trabajan allí, en primer lugar asuman de qué se trata esto de tener una agenda propia (resulta extraño escribir esto, pero muchas veces es claro que entre distintos medios ubicados en lugares alejados entre sí, no sólo comparten la misma agenda sino que curiosamente comparten los mismo puntos de vista de esa agenda) y quiénes son los actores políticos que permanentemente tienen disponibilidad de espacio en sus medios, quiénes hablan, quiénes no hablan, y demás. Repensar la práctica periodista en todas sus dimensiones debe ser algo constante. Y, en este contexto, pensar qué lugar ocupan las ciencias sociales en la agenda de los medios. Hagamos una pausa y revisemos nuestro trabajo. Hay que tener presente nuestro contexto cultural y nuestro contexto sociopolítico, pensar desde aquí, no desde otro lugar nuestra realidad.
*Lic. en Comunicación Social. Secretario de Extensión de la Facultad de Humanidades de la UNComahue. Contacto: marcosnqn@hotmail.com
miércoles, 18 de febrero de 2015
Comunicación de la ciencia
Por Antonio Mangione *
En los ámbitos científicos y académicos, se plantea como hipótesis y a veces con una certeza inquietante que las ciencias sociales y humanidades tienen menos valor que las ciencias exactas y naturales. Que las ciencias mal llamadas duras gozan de un alto prestigio y mayor valoración que otras ciencias dentro de la academia. Las diferencias de aproximación de tipo metodológico o la falta de reconocimiento de estas diferencias o por caso las posturas de tipo epistemológicas en torno de la práctica científica han consolidado esta valoración diferencial.
Mientras que unas ciencias, por ejemplo las exactas y naturales, son respetables y confiables, las ciencias sociales no lo serían. Parámetros como la rigurosidad, la robustez y la repetibilidad serían propios de ciertas ciencias y no de otras. Sin embargo, se consideran trasladables de una ciencia a la otra. Existen procesos irrepetibles, pero no por eso son menos valiosos. Al mismo tiempo los abordajes pueden ser realizados con rigurosidad en distintos tipos de ciencias y con distintas metodologías.
Al análisis anterior podría sumársele el hecho de que las ciencias sociales han sufrido recortes de financiamiento y, por lo tanto, alteraciones en su desarrollo y consolidación. Por otro lado, las ciencias sociales y las humanidades ponen a la política, a la economía y a la propia ciencia bajo análisis e interpelan a estas actividades que son espacios de construcción y ejercicio de poder.
La inversión económica hecha en Argentina en las ciencias sociales y humanidades fue siempre relativamente baja. Las ciencias exactas y naturales representan el 21 por ciento de la inversión en el 2011 y las ciencias sociales, el 11 por ciento. Sin embargo, existe una tendencia hacia un incremento en la asignación de fondos a I+D antes que a ciencias sociales. La inversión subió de 2001 a 2011 en un 15 por ciento para las ciencias sociales por ejemplo y 12 por ciento para ciencias exactas y naturales. En Chile, Colombia, Uruguay y otros países de América latina la situación es similar. Es decir, las ciencias naturales y exactas doblan a las ciencias sociales. En México la inversión en I+D es hasta 7 veces mayor que en ciencias sociales. Estas son condiciones estructurales dentro de las cuales se ve afectada la valoración de las distintas disciplinas científicas.
El dato no es menor si se considera que los egresados del grado y del posgrado provienen en su mayoría de las ciencias sociales. Las condiciones estructurales arriba mencionadas podrían además estar interfiriendo con el acceso a las investigaciones y desarrollos en estas áreas con menos financiamiento. Este problema claramente ha sido visualizado por las autoridades correspondientes.
Al respecto, en el año 2003, por no ir mucho más atrás, las becas otorgadas dentro de la gran Area de las Ciencias Sociales del Conicet representaban el 70 por ciento de las que se otorgaban en la gran Area de Ciencias Biológicas y de la Salud del mismo organismo**. Esta situación se revierte y en el 2013 no había diferencias. En el mismo período, las becas para ciencias sociales se multiplicaron por 5, mientras que en ciencias biológicas y de la salud, por 4. La recomposición de este retraso en la inversión en ciencias sociales fue compensada a expensas de un decrecimiento en la inversión en las áreas de Ciencias Biológicas y de la Salud y en las Ciencias Exactas y Naturales***.
Cuando se trata de la comunicación pública de las ciencias la pregunta es: ¿ciencias sociales, dónde están?
La práctica científica exige la comunicación, en principio entre científicos, de hallazgos y procesos científicos. Por fuera del ámbito científico, en los medios se comunican hallazgos científicos, más que procesos de generación de conocimientos científicos. Los medios de comunicación cumplen un papel fundamental en, además de informar sobre las ciencias, construir sentidos en torno de las ciencias.
¿Existe una valoración diferencial de estas ciencias a la hora de ser comunicadas? ¿En qué medida las investigaciones sobre pobreza, inclusión, lenguaje, lingüística, historia comparada, economía comparada, política, análisis institucional comparado son consideradas como potenciales noticias en medios?
La heterogeneidad de abordajes, la diversidad de metodologías, el reconocimiento de las contribuciones de una u otra ciencia, la comunicación de sus generalidades y sus particularidades se convierten en un desafío, en campo de estudios, en campo de debate. Este es el campo de intervención de las ciencias sociales, de políticos, de los propios investigadores y el desafío de las y los comunicadores y periodistas que las comunican.
* Doctor en Filosofía. Universidad Nacional de San Luis.
** Conicet en Cifras http://www.conicet.gov.ar/acerca-de-conicet-en-cifras/
*** El Estado de la Ciencia 2013 http://www.ricyt.org/publicaciones
http://www.pagina12.com.ar/diario/laventana/26-263359-2015-01-07.html
En los ámbitos científicos y académicos, se plantea como hipótesis y a veces con una certeza inquietante que las ciencias sociales y humanidades tienen menos valor que las ciencias exactas y naturales. Que las ciencias mal llamadas duras gozan de un alto prestigio y mayor valoración que otras ciencias dentro de la academia. Las diferencias de aproximación de tipo metodológico o la falta de reconocimiento de estas diferencias o por caso las posturas de tipo epistemológicas en torno de la práctica científica han consolidado esta valoración diferencial.
Mientras que unas ciencias, por ejemplo las exactas y naturales, son respetables y confiables, las ciencias sociales no lo serían. Parámetros como la rigurosidad, la robustez y la repetibilidad serían propios de ciertas ciencias y no de otras. Sin embargo, se consideran trasladables de una ciencia a la otra. Existen procesos irrepetibles, pero no por eso son menos valiosos. Al mismo tiempo los abordajes pueden ser realizados con rigurosidad en distintos tipos de ciencias y con distintas metodologías.
Al análisis anterior podría sumársele el hecho de que las ciencias sociales han sufrido recortes de financiamiento y, por lo tanto, alteraciones en su desarrollo y consolidación. Por otro lado, las ciencias sociales y las humanidades ponen a la política, a la economía y a la propia ciencia bajo análisis e interpelan a estas actividades que son espacios de construcción y ejercicio de poder.
La inversión económica hecha en Argentina en las ciencias sociales y humanidades fue siempre relativamente baja. Las ciencias exactas y naturales representan el 21 por ciento de la inversión en el 2011 y las ciencias sociales, el 11 por ciento. Sin embargo, existe una tendencia hacia un incremento en la asignación de fondos a I+D antes que a ciencias sociales. La inversión subió de 2001 a 2011 en un 15 por ciento para las ciencias sociales por ejemplo y 12 por ciento para ciencias exactas y naturales. En Chile, Colombia, Uruguay y otros países de América latina la situación es similar. Es decir, las ciencias naturales y exactas doblan a las ciencias sociales. En México la inversión en I+D es hasta 7 veces mayor que en ciencias sociales. Estas son condiciones estructurales dentro de las cuales se ve afectada la valoración de las distintas disciplinas científicas.
El dato no es menor si se considera que los egresados del grado y del posgrado provienen en su mayoría de las ciencias sociales. Las condiciones estructurales arriba mencionadas podrían además estar interfiriendo con el acceso a las investigaciones y desarrollos en estas áreas con menos financiamiento. Este problema claramente ha sido visualizado por las autoridades correspondientes.
Al respecto, en el año 2003, por no ir mucho más atrás, las becas otorgadas dentro de la gran Area de las Ciencias Sociales del Conicet representaban el 70 por ciento de las que se otorgaban en la gran Area de Ciencias Biológicas y de la Salud del mismo organismo**. Esta situación se revierte y en el 2013 no había diferencias. En el mismo período, las becas para ciencias sociales se multiplicaron por 5, mientras que en ciencias biológicas y de la salud, por 4. La recomposición de este retraso en la inversión en ciencias sociales fue compensada a expensas de un decrecimiento en la inversión en las áreas de Ciencias Biológicas y de la Salud y en las Ciencias Exactas y Naturales***.
Cuando se trata de la comunicación pública de las ciencias la pregunta es: ¿ciencias sociales, dónde están?
La práctica científica exige la comunicación, en principio entre científicos, de hallazgos y procesos científicos. Por fuera del ámbito científico, en los medios se comunican hallazgos científicos, más que procesos de generación de conocimientos científicos. Los medios de comunicación cumplen un papel fundamental en, además de informar sobre las ciencias, construir sentidos en torno de las ciencias.
¿Existe una valoración diferencial de estas ciencias a la hora de ser comunicadas? ¿En qué medida las investigaciones sobre pobreza, inclusión, lenguaje, lingüística, historia comparada, economía comparada, política, análisis institucional comparado son consideradas como potenciales noticias en medios?
La heterogeneidad de abordajes, la diversidad de metodologías, el reconocimiento de las contribuciones de una u otra ciencia, la comunicación de sus generalidades y sus particularidades se convierten en un desafío, en campo de estudios, en campo de debate. Este es el campo de intervención de las ciencias sociales, de políticos, de los propios investigadores y el desafío de las y los comunicadores y periodistas que las comunican.
* Doctor en Filosofía. Universidad Nacional de San Luis.
** Conicet en Cifras http://www.conicet.gov.ar/acerca-de-conicet-en-cifras/
*** El Estado de la Ciencia 2013 http://www.ricyt.org/publicaciones
http://www.pagina12.com.ar/diario/laventana/26-263359-2015-01-07.html
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