El miedo a perder el empleo, el miedo a conocer y ejercer nuestros derechos, el miedo a pensarnos y a pensar sobre el destino que estamos construyendo todos los días, el miedo a tomar conciencia sobre nuestra realidad laboral nos oprime y nos asfixia hasta tal punto que terminamos siendo rehenes del diablo en nuestras mentes. Todos hablan atropelladamente pero nadie escucha ni sabe lo que otros dijeron. Queremos ir más rápido, pero no sabemos para qué ni a dónde.
El trabajador de prensa es un bicho raro, al menos para mí. El trabajador de prensa por las característica de su labor recorre en el día escenarios muy distintos va a Casa de Gobierno, de ahí a una toma, a un club deportivo, a una escuela, a un juzgado, y otros espacios más. Al recorrer estos espacios se encuentra con innumerables actores todos muy distintos entre sí. El trabajador de prensa tiene la posibilidad de conocer en poco tiempo innumerables realidades políticas, económicas, sociales y culturales.
El trabajador de prensa generalmente se solidariza cuando los trabajadores de alguna institución pública o privada son despedidos sin causantes o razones. El periodista va, hace su trabajo, difunde el hecho, y está cada vez que lo necesitan. Sin embargo, la cosa cambia cuando el trabajador de prensa debe defender su posición y la de sus compañeros ante despidos masivos, reducción del salario, amenazas, mejoras en las condiciones de trabajo o reincorporación de compañeros despedidos injustamente. Su solidaridad y compañerismo desaparece y el miedo los paraliza. Se transforman en niños indefensos y vulnerables. Eso me parece raro, muy raro. Observo que el trabajador de prensa no suele ser combativo. Cuando tiene que defender su posición y la de sus compañeros, se calla. Se calla y se guarda.
Parecería ser que no comprende su posición de trabajador.
Compañeros y compañeras, ¿de qué tienen miedo? Ganan dos mandos, apenas si sobreviven con lo que ganan, están viendo que hay compañeros que son despedidos injustamente en varios medios y siguen son defender ni comprender su posición de trabajador. ¿Por qué permitir tal atropello a los derechos del trabajador? El miedo nos divide y en tanto la patronal reina.
Compañeros y compañeras, en este contexto en que las empresas periodistas buscan asustarnos ante nuevos despidos, les propongo a los más jóvenes como a los más experimentados unirse, participar en el sindicato de prensa que milagros no hace (por más voluntad que tenga, por supuesto), debatir y defender nuestra fuente de trabajo y hacer de nuestro trabajo algo más digno. ¿No les parece?
Sin periodistas las empresas periodísticas no generan un carajo. Dependen de nosotros.
Un fuerte abrazo y hasta siempre, Marcos.
1 comentario:
Amigo Marcos, como ves te sigo desde Argentina. ¿No te parece que la actitud que planteás se aplca, por lo menos en Neuquen, a todos los niveles? Excepto reclamos particularizados de gremios como ATE o Aten, todo el mundo agacha el lomo y espera...¿qué? Lo que se caiga del plato. Especialmente, los que se llaman "trabajadores de la cultura". SIGA ASÍ COMPAÑERO
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