Por Nacho Levy
Tal vez por su historia, mucho más larga que un corto televisivo, o por tantos pibes que eligen estudiar pero no encuentran escuelas, o por tantas familias que toman mate con la puerta abierta, el barrio unido de Zavaleta, un núcleo habitacional transitorio a las puertas de Pompeya en territorio porteño, respondió con música y color a un informe televisivo que todos los vecinos del barrio consideraron tendencioso, sustentado en buena parte en escenas de ficción. Ayer, frente al canal emisor, América TV, los habitantes de Zavaleta cortaron la calle Fitz Roy para desarrollar el Festival de la alegría, y presentar la cara positiva del barrio que omitió el informe del periodista Facundo Pastor, “Zavaleta: el documental”, considerado por la asamblea vecinal como una “estigmatización burda”.
“Nos movilizamos para responder todos juntos a esta difamación que hacen del barrio, contando sólo las cosas malas, porque si ensucian a Zavaleta nos ensucian a todos, y éste es un barrio de vecinos trabajadores. Si no hacemos nada ante tanto maltrato parece que fuera verdad lo que dicen. Por eso, vinimos a expresarnos, para que no nos sigan discriminando. La idea fue mostrar todo lo lindo que tiene el barrio y que no se vio en ese informe: la cooperación, el trabajo, el arte, el deporte, el apoyo escolar, la lucha contra las drogas y, sobre todo, la solidaridad”, explicó Neli, referente de un histórico comedor ubicado sobre la avenida Iriarte.
El boca en boca fue tejiendo una red de indignación que desembocó en una histórica asamblea sobre el potrero de Iriarte, el domingo 24 de mayo. La cita no entendía de política partidaria, ni sellos de organizaciones. Apenas una bandera pintada en el momento, con aerosol, convocaba a un “Encuentro de vecinos, para defender Zavaleta”. Y así fue. Más de cien personas hablaron y se escucharon, sobre todo se escucharon, hasta advertir que la bronca era compartida y el respaldo también.
Organizaciones sociales territoriales, con la adhesión de Adolfo Pérez Esquivel, Premio Nobel de la Paz, y el equipo de sacerdotes del barrio, acompañaron la iniciativa vecinal de organizar una jornada para mostrarle a toda la sociedad la sonrisa de Zavaleta, omitida en el informe. Incluso, el boletín que publica la iglesia del Padre Pepe, manifestó en su portada que “los curas villeros repudiamos al periodismo amarillo que sólo muestra lo malo de nuestros barrios (ejemplo, el informe de América TV)”.
El emblemático párroco del barrio, amenazado de muerte hace pocas semanas por su lucha incesante para sacar a los chicos del paco, había sido una de las figuras en las que se apoyó el documental, a partir de un testimonio sacado de contexto. Y tanto fue así que la sorpresa del Padre Di Paola no sólo se imprimió en la revista local, sino que además tomó forma de carta oficial, avalada por los demás Curas Villeros de Buenos Aires, para que fuera presentada ante las autoridades del canal, dos semanas atrás. Pero la respuesta nunca llegó.
Y cuando el eco de esa indiferencia retumbó en la asamblea del último jueves, Samuel, vecino de Zavaleta desde que nació el barrio, mencionó unas cuantas respuestas que también omitió la producción del informe. “Lo llamé (a Facundo Pastor) todos los días desde que salió el documental, cuando todavía ni siquiera había hablado del tema con otros vecinos. Le dejé mensajes y le pedí por favor, una y otra vez, que se comunicara conmigo, porque quería invitarlo a tomar mate para que pudiera conocer en serio dónde vivo.” También Osvaldo tomó la palabra en esa ronda de vecinos, para enumerar: “Primero, varias de la zonas que se muestran no pertenecen a Zavaleta. Segundo, si fuera tan peligroso el lugar donde estaba, resulta llamativo que el periodista estuviera solo y con una cámara. Y tercero: ¿por qué no habrá venido a filmar un día a la mañana, cuando miles de hombres y mujeres salen a trabajar?”.
Allí, esperando en la parada, encontrará a los vecinos quien acepte la iniciativa de tomar imágenes por la mañana, puesto que los colectivos que transitan por Iriarte, como la línea 70, “no paran desde que se emitió el informe”, manifiesta Lidia. Y lo ratifica Zulma, con sus más de sesenta años: “El otro día me puse en medio de la calle para que pararan porque tenía que tomarlo sí o sí”. Y lo confirma Walter, con sus veintipico y su bebé en brazos: “Yo no pude ir a trabajar el jueves, porque no me paró ningún bondi”.
Así se resolvió destinar los recursos comunitarios, previstos para los pibes del fútbol o las clases de apoyo, a financiar la movilidad y la comida para el festival en defensa del barrio. Y como constancia del esfuerzo colectivo, vale la cara cansada de Jose, mamá y cocinera de un comedor infantil, que el sábado se quedó preparando, desde las 2 de la tarde hasta las 12 y media de la noche, las empanadas que los vecinos de Zavaleta compartieron con los de Palermo, mientras cortaban con arcos de fútbol la calle Fitz Roy: “Cociné y cociné, porque fue mi manera de colaborar para defender a mi barrio de todo lo que se está diciendo, por el futuro de mis hijos”, explicó, mientras los bombos sonaban en la puerta del canal, entre el color de las banderas pintadas por los jóvenes. “Yo aprendí a leer en Zavaleta”, o “En mi barrio, hay compañerismo y solidaridad”, se podía leer en los afiches ilustrados por los chicos de apoyo escolar. Y allá también la guitarreada en ronda, la recreación de los más bajitos y los talleres de oficio, enmarcaron la posterior lectura que hizo Ramona de la carta abierta de los vecinos de Zavaleta a Facundo Pastor, con el acompañamiento del Padre Juan Isasmendi.
Todo comenzó cuando, sentado una mañana como invitado del programa Mañaneras, el periodista Facundo Pastor, de América TV, dio inicio a la promoción de una investigación que, frente a las chicas deslumbradas, se perfilaba como “imperdible”. Realmente lo fue, para los vecinos de Zavaleta. Los pibes en peligro se hicieron famosos, como pibes peligrosos. Y un vendedor de maní, conocido por todo el barrio como “Yani”, un personaje clásico de la cancha de Huracán, apareció presentado como “un capomafia”. La mejor porción de la torta del informe se la llevó Sergio, de la Villa 21: “Yo soy vecino del barrio y formo parte de una organización social que trabaja con pibes que consumen o que han delinquido en algún momento de su vida, pero que ahora son protagonistas de su propia transformación. Por eso, filmamos una película, Vientos limpios del sur, dirigida por Víctor Ramos, que nos valió varios reconocimientos y una enorme gratificación. Allí mostramos la historia de nuestro grupo, que limpiando las calles comenzó a ganarse el pan mucho tiempo atrás. Nosotros presentamos ese material en América, seis meses atrás, para que lo difundieran y nos ayudaran en nuestro camino de integración, pero sólo generaron más exclusión, porque utilizaron esa imagen mía, sacando un auto abandonado, como si fuera una toma real de un desarmadero. O sea, me presentaron delinquiendo, con imágenes de ficción”.
Carlos Romero comparte la bronca de Sergio, porque también fue protagonista involuntario del documental. “Yo aparecí llevando a mi suegro en silla de ruedas, pero en realidad, Pastor le había pedido a él que lo acompañara por todo el barrio. Como yo sabía a qué venían, les dije que buscaran a otro para la recorrida y después les aclaré que yo me daba cuenta de que la cámara seguía prendida, pero usaron esa escena para decir que yo era uno de los narcos. Lógicamente ahora me miran de otra manera en el colegio de mis pibes.”
De los adolescentes surgió la primera ronda para debatir lo que estaba sucediendo con Zavaleta. “Yo quise venir a este festival, enfrente al canal, para apoyar a mi barrio, porque se dijeron muchas cosas en televisión, pero no hablaron de nuestro compañerismo, ni de la humildad de nuestra gente. Si hay cosas malas, seguramente vienen por la mierda que tiran de arriba, pero Zavaleta es mucho más que eso. Yo nací en ese barrio, me crié, aprendí a caminar y conocí a mis amigos. No tiene nada que ver que bardeen así”, analizó Matías, de 16 años. Y un compañero suyo tomó la posta: “Después de eso, ¿qué querés que te diga una piba en el boliche si le decís que sos de Zavaleta? Es obvio que te corta el mambo”.
En el festival, con ritmo de cancha, los pibes y pibas de la murga criticaron cantando: “Mire mire qué locura, mire mire qué emoción, acá llega Zavaleta para que no mientan por televisión”.
En los gestos de Nidia, mamá de Dante y mujer trabajadora de 55 años, empleada doméstica en una casa de familia de Barrio Norte hasta la emisión del documental, se nota la ofuscación: “Yo le había comentado a mi jefa que para llegar a mi casa, me iba por la avenida Pueyrredón al fondo, cuando empecé a trabajar ahí. Y venía haciendo las cosas bien. Incluso, ella me había dicho que pronto me iba a necesitar más tiempo. Pero después de que salieron todas esas cosas de Zavaleta, la señora me pidió que le explicara bien dónde vivía y me dijo que no fuera más a trabajar, porque perdió la confianza. Quizás haya pensado que si acá todos somos ladrones, en cualquier momento le puedo entrar a robar”.
Además del informe de una hora, se diseminaron luego varios segmentos referidos a Zavaleta, en los que Pastor invitaba a Guillermo Andino a conocer “un lugar que es poco menos que desafiar a la muerte”. Y a continuación, un videograph señalaba a un grupo de víctimas de la pasta base, como “muertos vivos”, antes de dar pie a las imágenes de niños o vecinos negociando drogas, para sustentar en el regreso al piso que “seguramente allí se ocultarán los que amenazaron de muerte al Padre Pepe”.
Neli consideró que “este Festival de la alegría fue un respiro de aire fresco, en la puerta de América TV, para exigir el respeto que nos merecemos”.
http://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/3-125913-2009-06-01.html
Tal vez por su historia, mucho más larga que un corto televisivo, o por tantos pibes que eligen estudiar pero no encuentran escuelas, o por tantas familias que toman mate con la puerta abierta, el barrio unido de Zavaleta, un núcleo habitacional transitorio a las puertas de Pompeya en territorio porteño, respondió con música y color a un informe televisivo que todos los vecinos del barrio consideraron tendencioso, sustentado en buena parte en escenas de ficción. Ayer, frente al canal emisor, América TV, los habitantes de Zavaleta cortaron la calle Fitz Roy para desarrollar el Festival de la alegría, y presentar la cara positiva del barrio que omitió el informe del periodista Facundo Pastor, “Zavaleta: el documental”, considerado por la asamblea vecinal como una “estigmatización burda”.
“Nos movilizamos para responder todos juntos a esta difamación que hacen del barrio, contando sólo las cosas malas, porque si ensucian a Zavaleta nos ensucian a todos, y éste es un barrio de vecinos trabajadores. Si no hacemos nada ante tanto maltrato parece que fuera verdad lo que dicen. Por eso, vinimos a expresarnos, para que no nos sigan discriminando. La idea fue mostrar todo lo lindo que tiene el barrio y que no se vio en ese informe: la cooperación, el trabajo, el arte, el deporte, el apoyo escolar, la lucha contra las drogas y, sobre todo, la solidaridad”, explicó Neli, referente de un histórico comedor ubicado sobre la avenida Iriarte.
El boca en boca fue tejiendo una red de indignación que desembocó en una histórica asamblea sobre el potrero de Iriarte, el domingo 24 de mayo. La cita no entendía de política partidaria, ni sellos de organizaciones. Apenas una bandera pintada en el momento, con aerosol, convocaba a un “Encuentro de vecinos, para defender Zavaleta”. Y así fue. Más de cien personas hablaron y se escucharon, sobre todo se escucharon, hasta advertir que la bronca era compartida y el respaldo también.
Organizaciones sociales territoriales, con la adhesión de Adolfo Pérez Esquivel, Premio Nobel de la Paz, y el equipo de sacerdotes del barrio, acompañaron la iniciativa vecinal de organizar una jornada para mostrarle a toda la sociedad la sonrisa de Zavaleta, omitida en el informe. Incluso, el boletín que publica la iglesia del Padre Pepe, manifestó en su portada que “los curas villeros repudiamos al periodismo amarillo que sólo muestra lo malo de nuestros barrios (ejemplo, el informe de América TV)”.
El emblemático párroco del barrio, amenazado de muerte hace pocas semanas por su lucha incesante para sacar a los chicos del paco, había sido una de las figuras en las que se apoyó el documental, a partir de un testimonio sacado de contexto. Y tanto fue así que la sorpresa del Padre Di Paola no sólo se imprimió en la revista local, sino que además tomó forma de carta oficial, avalada por los demás Curas Villeros de Buenos Aires, para que fuera presentada ante las autoridades del canal, dos semanas atrás. Pero la respuesta nunca llegó.
Y cuando el eco de esa indiferencia retumbó en la asamblea del último jueves, Samuel, vecino de Zavaleta desde que nació el barrio, mencionó unas cuantas respuestas que también omitió la producción del informe. “Lo llamé (a Facundo Pastor) todos los días desde que salió el documental, cuando todavía ni siquiera había hablado del tema con otros vecinos. Le dejé mensajes y le pedí por favor, una y otra vez, que se comunicara conmigo, porque quería invitarlo a tomar mate para que pudiera conocer en serio dónde vivo.” También Osvaldo tomó la palabra en esa ronda de vecinos, para enumerar: “Primero, varias de la zonas que se muestran no pertenecen a Zavaleta. Segundo, si fuera tan peligroso el lugar donde estaba, resulta llamativo que el periodista estuviera solo y con una cámara. Y tercero: ¿por qué no habrá venido a filmar un día a la mañana, cuando miles de hombres y mujeres salen a trabajar?”.
Allí, esperando en la parada, encontrará a los vecinos quien acepte la iniciativa de tomar imágenes por la mañana, puesto que los colectivos que transitan por Iriarte, como la línea 70, “no paran desde que se emitió el informe”, manifiesta Lidia. Y lo ratifica Zulma, con sus más de sesenta años: “El otro día me puse en medio de la calle para que pararan porque tenía que tomarlo sí o sí”. Y lo confirma Walter, con sus veintipico y su bebé en brazos: “Yo no pude ir a trabajar el jueves, porque no me paró ningún bondi”.
Así se resolvió destinar los recursos comunitarios, previstos para los pibes del fútbol o las clases de apoyo, a financiar la movilidad y la comida para el festival en defensa del barrio. Y como constancia del esfuerzo colectivo, vale la cara cansada de Jose, mamá y cocinera de un comedor infantil, que el sábado se quedó preparando, desde las 2 de la tarde hasta las 12 y media de la noche, las empanadas que los vecinos de Zavaleta compartieron con los de Palermo, mientras cortaban con arcos de fútbol la calle Fitz Roy: “Cociné y cociné, porque fue mi manera de colaborar para defender a mi barrio de todo lo que se está diciendo, por el futuro de mis hijos”, explicó, mientras los bombos sonaban en la puerta del canal, entre el color de las banderas pintadas por los jóvenes. “Yo aprendí a leer en Zavaleta”, o “En mi barrio, hay compañerismo y solidaridad”, se podía leer en los afiches ilustrados por los chicos de apoyo escolar. Y allá también la guitarreada en ronda, la recreación de los más bajitos y los talleres de oficio, enmarcaron la posterior lectura que hizo Ramona de la carta abierta de los vecinos de Zavaleta a Facundo Pastor, con el acompañamiento del Padre Juan Isasmendi.
Todo comenzó cuando, sentado una mañana como invitado del programa Mañaneras, el periodista Facundo Pastor, de América TV, dio inicio a la promoción de una investigación que, frente a las chicas deslumbradas, se perfilaba como “imperdible”. Realmente lo fue, para los vecinos de Zavaleta. Los pibes en peligro se hicieron famosos, como pibes peligrosos. Y un vendedor de maní, conocido por todo el barrio como “Yani”, un personaje clásico de la cancha de Huracán, apareció presentado como “un capomafia”. La mejor porción de la torta del informe se la llevó Sergio, de la Villa 21: “Yo soy vecino del barrio y formo parte de una organización social que trabaja con pibes que consumen o que han delinquido en algún momento de su vida, pero que ahora son protagonistas de su propia transformación. Por eso, filmamos una película, Vientos limpios del sur, dirigida por Víctor Ramos, que nos valió varios reconocimientos y una enorme gratificación. Allí mostramos la historia de nuestro grupo, que limpiando las calles comenzó a ganarse el pan mucho tiempo atrás. Nosotros presentamos ese material en América, seis meses atrás, para que lo difundieran y nos ayudaran en nuestro camino de integración, pero sólo generaron más exclusión, porque utilizaron esa imagen mía, sacando un auto abandonado, como si fuera una toma real de un desarmadero. O sea, me presentaron delinquiendo, con imágenes de ficción”.
Carlos Romero comparte la bronca de Sergio, porque también fue protagonista involuntario del documental. “Yo aparecí llevando a mi suegro en silla de ruedas, pero en realidad, Pastor le había pedido a él que lo acompañara por todo el barrio. Como yo sabía a qué venían, les dije que buscaran a otro para la recorrida y después les aclaré que yo me daba cuenta de que la cámara seguía prendida, pero usaron esa escena para decir que yo era uno de los narcos. Lógicamente ahora me miran de otra manera en el colegio de mis pibes.”
De los adolescentes surgió la primera ronda para debatir lo que estaba sucediendo con Zavaleta. “Yo quise venir a este festival, enfrente al canal, para apoyar a mi barrio, porque se dijeron muchas cosas en televisión, pero no hablaron de nuestro compañerismo, ni de la humildad de nuestra gente. Si hay cosas malas, seguramente vienen por la mierda que tiran de arriba, pero Zavaleta es mucho más que eso. Yo nací en ese barrio, me crié, aprendí a caminar y conocí a mis amigos. No tiene nada que ver que bardeen así”, analizó Matías, de 16 años. Y un compañero suyo tomó la posta: “Después de eso, ¿qué querés que te diga una piba en el boliche si le decís que sos de Zavaleta? Es obvio que te corta el mambo”.
En el festival, con ritmo de cancha, los pibes y pibas de la murga criticaron cantando: “Mire mire qué locura, mire mire qué emoción, acá llega Zavaleta para que no mientan por televisión”.
En los gestos de Nidia, mamá de Dante y mujer trabajadora de 55 años, empleada doméstica en una casa de familia de Barrio Norte hasta la emisión del documental, se nota la ofuscación: “Yo le había comentado a mi jefa que para llegar a mi casa, me iba por la avenida Pueyrredón al fondo, cuando empecé a trabajar ahí. Y venía haciendo las cosas bien. Incluso, ella me había dicho que pronto me iba a necesitar más tiempo. Pero después de que salieron todas esas cosas de Zavaleta, la señora me pidió que le explicara bien dónde vivía y me dijo que no fuera más a trabajar, porque perdió la confianza. Quizás haya pensado que si acá todos somos ladrones, en cualquier momento le puedo entrar a robar”.
Además del informe de una hora, se diseminaron luego varios segmentos referidos a Zavaleta, en los que Pastor invitaba a Guillermo Andino a conocer “un lugar que es poco menos que desafiar a la muerte”. Y a continuación, un videograph señalaba a un grupo de víctimas de la pasta base, como “muertos vivos”, antes de dar pie a las imágenes de niños o vecinos negociando drogas, para sustentar en el regreso al piso que “seguramente allí se ocultarán los que amenazaron de muerte al Padre Pepe”.
Neli consideró que “este Festival de la alegría fue un respiro de aire fresco, en la puerta de América TV, para exigir el respeto que nos merecemos”.
http://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/3-125913-2009-06-01.html
Saludos cordiales,
Marcos Muñoz
Lic. en Comunicación Social
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