Por Luis Lazzaro, Coordinador General del Comfer.La necesidad de traer a los tiempos de la democracia y de las nuevas tecnologías el marco jurídico que regula el escenario de la radio y la televisión es, sin dudas, uno de los principales desafíos que ha puesto sobre el tapete el anuncio presidencial sobre el envío de un proyecto de ley de radiodifusión que reemplace la herencia de la dictadura. (Foto: Lázzaro de traje claro).
A solo título de ejemplo, los jefes de las Fuerzas Armadas deberían ocupar hoy el Directorio del Comfer según esa ley -anterior a la televisión por cable- cuya letra no contempla, por caso, que las regulaciones se apliquen a los productores de contenidos y las señales de la TV paga. Tal es el desfasaje de la norma vigente.Por tratarse de un recurso natural escaso –y de un patrimonio común de la humanidad- las frecuencias radioeléctricas son objeto en todo el mundo de diversas regulaciones encaminadas a procurar que su uso permita a los ciudadanos el acceso a la información, la educación, la cultura y el entretenimiento con pluralismo y diversidad. En la segunda mitad de los 90, tanto Estados Unidos como Europa actualizaron sus leyes enfatizando la defensa de la diversidad y el interés público de los servicios audiovisuales.Las nuevas plataformas de emisión, producción y distribución de contenidos audiovisuales han adquirido –en los tiempos de la convergencia de tecnologías disponibles- una magnitud sin precedentes, constituyendo corporaciones cuya actividad tiene un alto impacto económico y social en sus áreas de influencia.Ese impacto económico y social de la comunicación electrónica ha determinado la adopción de reglas de juego que se inscriben en los modelos de sociedad y de convivencia social, de economía y en los proyectos nacionales (o regionales en el caso europeo), tomando en cuenta que la sola lógica del mercado constituye una puerta abierta a la concentración de los emisores en pocas manos y a la manipulación de contenidos para captar audiencias a cualquier precio.Criterios como los adoptados por el Acta de Comunicaciones de los Estados Unidos de 1996 y por la Directiva Europea de Televisión sin Fronteras –que entró en vigor en 1991 y se actualizó en 1997 y 2007- no atentaron contra la escala económica necesaria para los operadores comerciales, pero asumieron –a través de diversas obligaciones- que los medios constituyen el principal espacio público de debate ciudadano, que deben respetar reglas de juego así como la convivencia con los medios estatales y de naturaleza no comercial.El caso más emblemático probablemente lo constituya la poderosa Ofcom –el ente regulador de telecomunicaciones y radiodifusión- de Gran Bretaña con su durísima regulación en materia de contenidos, especialmente cuando se refiere a cuestiones que afectan el interés nacional o del público. No hace mucho, algunos periodistas británicos fueron citados por el Congreso para explicar su rol durante la crisis financiera internacional.En los Estados Unidos, la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC) está obligada a revisar cada dos años la normativa con el fin de satisfacer la diversidad y el interés del público. Aún no logra imponer su criterio de que el periódico local pueda tener también el canal de televisión o la emisora de radio.Argentina todavía se debate con una ley que obliga a intervenir el Comfer para evitar el gerenciamiento militar, que -a las puertas de la TV digital- aún no incorporó una normativa apropiada para el cable, que impide el desarrollo de nuevos medios de gestión estatal, que favorece la concentración económica, que ignora al parlamento y que reniega de toda participación federal así como de la sociedad civil.La convocatoria al debate democrático de un nuevo escenario jurídico, tal como lo ha planteado la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, que tome nota de los tiempos que corren en el mundo -en lo tecnológico y en lo social-, que refleje los “21 puntos” de la Coalición por una Radiodifusión Democrática, ha provocado la reacción inexplicable de sectores que –sin conocer la propuesta- la descalifican en nombre de la libertad de expresión. Esconderse en la chicana y el exabrupto para esquivar el debate es, sindudas, una de las peores formas de censura.(*)
Publicado en Miradas al Sur08-03-09
FUENTE: http://www.lacorameco.com.ar/nov-detalle.php?nov=41
1 comentario:
De que sirve una ley si no la van a controlar. El COMFER no existe. Por ejemplo en la ciudad de Neuquén el 98% de las radios FM son truchas. Flojísima de papeles de todo tipo y color, desde las habilitaciones en el COMFER hasta los de la AFIP. En el radio céntrico es imposible escuchar una FM porque se solapan.
Cualquier payaso locuta publicidades sin su correspondiente carnet habilitante.
Yo no digo que no se apruebe y que no haya libertad de expresion. Todo lo contrario QUIERO QUE DE UNA PUTA VEZ HAGAN LAS COSAS COMO SE DEBE.
Apliquen las leyes como se debe, y dejense de hinchar las pelotas
Saludos
Mario
Publicar un comentario