miércoles, 26 de mayo de 2010

"La cárcel ya no está pensada para resocializar"

El objetivo de las prisiones es disciplinar. Y las vejaciones son moneda corriente. En la provincia de Buenos Aires muere un preso cada dos días. Las afirmaciones son del coordinador del Comité contra la Tortura, un organismo que integra la Comisión por la Memoria. El especialista presenció el juicio contra 27 policías realizado en la capital neuquina.

NEUQUÉN (AN)- Roberto Cipriano García es coordinador del Comité contra la Tortura, un organismo que integra la Comisión por la Memoria de la provincia de Buenos Aires que integran Hugo Cañón y Adolfo Pérez Esquivel, entre otros. Presenció una de las audiencias del juicio contra 27 policías acusados de torturas a presos de la Unidad 9, cuya sentencia se conocerá el jueves, y en esa ocasión dialogó con "Río Negro".

-La tortura está asociada con la obtención de información, pero en el juicio realizado en Neuquén se acusó de torturas a policías que cometieron acciones sin esa finalidad. ¿Qué se considera tortura?

-La Convención Interamericana contra la Tortura dejó de lado la cuestión de la finalidad, tampoco toma el concepto de gravedad, habla de padecimientos. Esto está vinculado con el fin que tiene la cárcel. Es una institución que nace con el capitalismo y fue pensada para resocializar a la persona. El lugar de la clase trabajadora era la fábrica, y cuando se descarriaba tenía la cárcel para resocializarse. A partir del neoliberalismo ya no existe una clase trabajadora como hace 200 años, y lo que hay es un gran sector de la sociedad que está excluido. Entonces surgió el problema del gobierno de esa parte excluida de la sociedad. La cárcel pasó a tener una misión diferente: ya no está pensada para resocializar sino para ser un depósito adonde van a parar los peores de los peores. Y lo que se genera es una situación de disciplinamiento a partir de un sistema de premios y castigos. Aquellos que no se adaptan son torturados, vejados, se los deposita por muchos años en un lugar donde el Estado no renunció a ese poder soberano de dar muerte. En las cárceles de la provincia de Buenos Aires muere una persona cada dos días.

-¿A la víctima que denuncia, se le dan garantías?

-Está instalado que el detenido miente para obtener un beneficio. Le puedo asegurar que los hechos de tortura que llegan a denunciarse son muy pocos porque el detenido sabe que no tiene protección judicial, que esa causa no va a llegar a ningún destino, que los responsables no van a pagar ningún costo, y sabe que corre el riesgo de seguir siendo custodiado por los mismos represores o sus compañeros.

-¿Quién controla al sistema penitenciario?

-Hay un pacto muy importante del poder político con la fuerza penitenciaria y con la policial. Son dos mega instituciones en la provincia de Buenos Aires. La Policía tiene 52.000 agentes, y el servicio penitenciario 22.000, ambas con un extenso despliegue territorial. Hay un pacto por los altos niveles de corrupción. Cada político que va pasando pacta con la policía el orden, la disciplina, a cambio de una ecuación económica para todos. Lo que no hay es una decisión política, un gobierno civil de esa fuerza, que viene con unas prácticas que se siguen reproduciendo de la dictadura para acá.

-¿Cuál es el rol del Poder Judicial en este cuadro?

-Es un problema de clase, una cuestión ideológica, es a quién juzgan los jueces y de qué sectores provienen hoy los magistrados.

Están juzgando a alguien al que ven como peligroso para su propia condición, piensan que ese delincuente puede robarle a él, a un familiar. Ese magistrado no va a juzgar de la misma manera, habrá excepciones, al político o al empresario corrupto con el que tiene vinculación, del que necesita para seguir ascendiendo.
http://www.rionegro.com.ar/diario/rn/nota.aspx?idart=374826&idcat=9521&tipo=2

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