Por Lic. Marcos Muñoz*
La democracia en Argentina avanza porque las distintas problemáticas de los Derechos Humanos presentes en esta sociedad buscan ser atendidas y resultas. Ejemplo de ello, son los juicios a los represores por los crímenes de lesa humanidad cometidos durante 1976-1983 y ejercer el derecho a la verdad; atender a un sector de la población infantil carente de recursos para atender sus necesidades básicas insatisfechas producto de las políticas neoliberales de los noventa y por esa razón se aprobó la Asignación Universal por Hijo; la democracia se fortalece distribuyendo y creando las condiciones para que el acceso y uso de la palabra esté al alcance de todos por eso se sancionó con amplia mayoría la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual; ahora es el turno de generar el marco legal a un grupo de personas que históricamente han sido silenciadas y que ello no implica que dejaran de ser personas. Ese grupo ha venido luchando de manera incansable y un primer resultado concreto en el Congreso de la Nación fue que se haya aprobado en la Cámara de Diputados el proyecto de ley que permite a personas de un mismo sexo casarse y conformar legalmente una familia.
La votación por mayoría en la Cámara de Diputados de la Nación esta semana provocó que ese grito silencioso que durante años, miles y miles de homosexuales fueran negados, silenciados y discriminados porque la ley no les reconocía derecho alguno. Uno de los dos escollos legislativos se sorteo. Ahora resta que la Cámara de Senadores vote de la misma manera, para que ese proyecto con media sanción en Diputados, efectivamente se convierta en Ley. Y los silenciados para a tener vos.
La figura del espejo, digo mirarnos al espejo como sociedad y observar gente saliendo del placard es un procesos que vivimos porque la Democracia sigue siendo una forma sana de ser considerados y tratados como personas. La democracia a sus tiempos barre ese u otros miedos, buscan atender otras deudas pendientes e impulsa la reconstrucción de las redes solidarias entre grupos, la democracia está buscando dejar atrás sin perder la Memoria las consecuencias del brutal Golpe de Estado en 1976.
La aprobación en la Cámara de Diputados del proyecto de Ley que permite que personas del mismo sexo puedan asumir su identidad de género sin ser tratados de manera discriminatoria y en igualdad de condiciones que las personas heterosexuales, muestra que el tipo de democracia que estamos construyendo entre todos recorre un camino alentador y nos pide que nos sumemos a ese proyecto.
La media sanción reconoce que vivimos en un país diverso en el cual no todos hemos sido ni somos iguales ni ante la ley ni ante nuestros vecinos o ante la comunidad. Esta situación de silenciamiento y de negación de derechos a un grupo determinado y, aprovechando el contexto del Bicentenario, desde 1810 momento de la Revolución de Mayo hasta el día de hoy, permite a los homosexuales comenzar a ser tratados por igual, al menos, ante la ley. Y digo ante la ley porque existe una presencia importante de la cultura judeocristiana en nosotros y el tema de permitir el casamiento a personas del mismo sexo costará aceptarlo, aunque muchos de nosotros nos consideremos progresistas, ya que durante cientos de años han intentado hacernos creer que existe una sola concepción de familia: la familia se componía exclusivamente con la figura masculina y la figura femenina. Y en ese cuadro de situación, los homosexuales quedaron sin un marco legal que los amparara.
Si bien es cierto que, la Declaración Universal de los Derechos Humanos sancionada el 10 de diciembre de 1948 en la Asamblea General de las Naciones Unidas, en su Preámbulo dice que “la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana”, el grupo homosexual en nuestro país no era reconocido como portador de derechos como si los tienen los grupos heterosexuales, es decir, no eran considerados como parte de la familia humana. Entonces, ¿Qué eran? ¿Qué son? ¿Qué serán?
Han pasado sesenta y dos años y podría decirse, una generación, una generación sin caminar libremente de la mano con la persona que ama, sin poder formar con las de la ley una familia y adoptar un niño o niña si lo quisieren, sin poder acceder a beneficios sociales, entre otras cuestiones. Es muy difícil imaginar para un heterosexual las lágrimas, la impotencia, el silenciamiento y las broncas que han pasado y seguramente pasarán los homosexuales al no poder manifestar y expresar su amor en público por alguien sin tener que recurrir a encerrarse en el placard. ¿Cómo nos sentiríamos nosotros, los heterosexuales, sin poder besar o hacer una caricia a la persona que amamos? Tratemos de imaginar, por solo un momento esa situación de cautiverio físico, espiritual y moral, y preguntémonos esta vez en voz alta: ¿Cómo nos sentiríamos nosotros, los heterosexuales, sin poder besar o hacer una caricia a la persona que amamos en público? En el amor: ¿únicamente los heterosexuales podemos sentirlo, únicamente nosotros podemos amar? Y esa misma pregunta, se podría trasladar a la Cámara de Senadores cuando llegue el momento de hacer explícita la posición y votar. En esa votación habrá quedado constituido un grupo con derechos o seguirá habiendo un grupo de personas sin derechos. La aspiración es fomentar la construcción de identidades de género y seguir avanzando en la implementación de los derechos humanos en nuestro sistema democrático.
*Lic. en Comunicación Social.
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