Hasta anoche se contaban 214 muertos, 15 desaparecidos y miles de heridos. La destrucción es masiva, con un millón y medio de casas derrumbadas, puentes caídos, grandes apagones y los hospitales colapsados. La presidenta chilena Michelle Bachelet dijo que “las fuerzas de la naturaleza han golpeado nuevamente”.
Por Carlos Rodríguez
El sismo de 8,8 grados en la escala de Richter que sacudió en la madrugada de ayer a Chile fue descripto como “un cataclismo de proporciones inmensas” por el ministro del Interior del país vecino, Edmundo Pérez Yoma, quien confirmó que hay al menos 214 muertos, 15 desaparecidos, un millón quinientas mil viviendas destruidas y dos millones de damnificados. El terremoto tuvo su epicentro en el mar, a unos 90 kilómetros de la ciudad de Concepción, una de las más importantes del país, con medio millón de habitantes. Las imágenes que pudieron verse de Concepción mostraron el gran puente sobre el río Bio Bío, orgullo de la ciudad, partido en varias partes. El temblor provocó olas gigantescas prácticamente en toda la costa chilena del Pacífico, desde Viña del Mar hasta Puerto Montt. En Concepción, 500 kilómetros al sur de Santiago de Chile, y en las zonas aledañas, los pobladores vivieron una jornada de terror en la que debieron soportar más de sesenta réplicas superiores a los cuatro grados. De ese total, siete alcanzaron más de seis grados.
La presidenta Michelle Bachelet sobrevoló Concepción y la región del Maule, las zonas más afectadas. Dijo que los daños “todavía no pueden evaluarse en su totalidad”, aunque admitió que “la fuerza de la naturaleza ha golpeado nuevamente a nuestra tierra”. Varios edificios altos se cayeron y las calles quedaron obstruidas por los escombros. “Estamos hablando de una cifra preliminar de 1,5 millón de viviendas afectadas. Un tercio probablemente no se puedan habitar nunca más”, informó la ministra de Vivienda, Patricia Poblete.
El sismo derrumbó varios puentes carreteros en zonas urbanas de Santiago y una parte importante de la infraestructura del aeropuerto internacional de la capital, que fue cerrado por al menos 24 horas. El temblor sorprendió a la mayoría mientras dormían y muchos salieron aterrorizados a las calles. Se mezclaron personas mayores en pijamas y grupos de jóvenes que abandonaban las discotecas, llenas como ocurre en las noches de los viernes. El inmediato corte de luz y el colapso de las líneas de teléfonos completaron el cuadro.
“Se cayeron los floreros, el televisor, todo se hizo añicos y quedó regado dentro de la casa”, declaró a la agencia AFP una mujer identificada como Aída, cuya vivienda al norte de Santiago quedó en ruinas. Los primeros testimonios se conocieron a través de las redes sociales de Internet Twitter y Facebook. “A las 3.34 me desperté. Estaba temblando. Sin luz, con las líneas telefónicas cortadas, sin Internet ni televisión y ni una radio a pilas, mi única fuente de información fue Twitter”, escribió un usuario que se identifica como Cony Stur.
En medio de la confusión, en Chillán, cerca de Concepción, 200 presos se fugaron de la cárcel local, aprovechando la caída de un muro. La isla chilena de Robinson Crusoe, que inspiró al narrador inglés Daniel Defoe para escribir su novela, se vio invadida por una serie de olas (ver aparte).
El canciller chileno, Mariano Fernández, pidió a los países que han ofrecido ayuda humanitaria que no la envíen hasta tanto los servicios de emergencias cuantifiquen las reales necesidades. El sismo es el segundo más potente de los últimos 20 años, tras el de 9,1 grados en la escala de Richter registrado en diciembre de 2004 en las costas de Indonesia y que desencadenó el tsunami que mató a 220.000 personas. Chile sufrió el terremoto más fuerte jamás registrado, de 9,5 grados Richter el 22 de mayo de 1960 en Valdivia, al sur de Santiago, con más de 3000 muertos.
“Todo tembló y en un minuto el mar entró en nuestra casa. El agua nos llegó hasta el cuello. Abracé a mi hija y le dije: tenemos que resistir”, relató a la prensa Eloísa Fuenzalida, habitante de la localidad de Iloca, en la zona central chilena de Curicó. “Como pudimos, arrancamos (salimos) por el fango hacia las montañas. No se sabe cuántos murieron”, agregó la mujer con los ojos en llanto. Un hombre llamado Luis Bravo agregó que debieron salir a pie de la zona, pues los caminos estaban inutilizados.
“El mar se llevó los autos, las casas, todo, todo”, contó un habitante anónimo que se comunicó con una radio de Curicó, ciudad ubicada a 120
kilómetros de Iloca. “Estos escombros eran una iglesia, se llamaba El Buen Pastor. Teníamos misa hoy (por ayer)”, comentó una feligresa, Nelly Acevedo, en diálogo con un periodista de DPA. Las casas de adobe cayeron sobre las calles. Muchos niños, abrazados a los juguetes que lograron rescatar, esperaban sentados en medio de las calles.
En el puerto de Talcahuano, el mar invadió el centro con tal violencia que varios pesqueros de porte quedaron varados en las calles del centro.
Una de las situaciones más crítica se vive en la ciudad de Chillán. La falta de agua, los problemas de comunicación y el aislamiento de las zonas costeras hacen temer que el número de víctimas suba con el correr de las horas. “Es una tragedia de proporciones”, evaluó el ministro de Defensa,
Francisco Vidal. Muchas personas deambulaban por las calles como si hubieran perdido la razón. “No puedo hablar, no puedo hablar”, se excusaba en Chillán, un hombre que caminaba con la cabeza gacha.
El embajador argentino en Chile, Ginés González García, aseguró que hasta ayer por la tarde no se había reportado “ninguna víctima” entre los residentes argentinos en el país vecino. “El gobierno chileno sabe desde temprano que estamos dispuestos a colaborar en lo que nos pidan, y así se lo transmitió directamente la presidenta Cristina Fernández de Kirchner a (la mandataria chilena) Michelle Bachelet”, dijo el embajador.
La falta de agua y la demora en el restablecimiento de la energía han provocado algunos hechos aislados de violencia en la comuna de Quilicura, al norte de la capital chilena, según informó el alcalde local, Juan Carrasco. Cinco camiones de la comuna fueron apedreados por la lentitud en el reparto de agua potable. Quilicura tiene 180 mil habitantes. El jefe de Carabineros, Eduardo Gordon, dijo que se incrementará la vigilancia en todo el país para que la población no sufra más daños.
Ante los problemas de comunicación, Google activó ayer una herramienta en línea de “búsqueda de personas”. El “Buscador de Personas: Terremoto en Chile” (“Person Finder: Chile Earthquake”) está disponible en la dirección Chilepersonfinder.appspot.com. Los usuarios pueden consultarlo en inglés o en castellano. Tienen dos opciones “Estoy buscando a alguien” y “Tengo información sobre alguien”. Ayer por la noche, el buscador registraba más de dos mil consultas.
“Me tomó un segundo darme cuenta de que era fuerte, muy fuerte, y me levanté de un salto de la cama para hacer lo que a todo niño en Chile le enseñan en caso de sismo: alejarse de las ventanas y pararse bajo el marco de la puerta”, escribió Cony Stur en Twitter a través de su celular. “Sin luz, con las líneas telefónicas cortadas, sin Internet ni televisión, ni una radio a pilas, mi única fuente de información respecto de qué es lo que estaba sucediendo fue Twitter para las siguientes cinco horas, ya que –milagrosamente– la red 3G estaba funcionando sin problemas”, narró Cony Stur. Bajo el hashtag #terremotoChile o #Chile, usuarios, se dieron recomendaciones, se propusieron cadenas de oración o se narraron hechos vividos como consecuencia del desastre.
La red social Facebook fue otro de los recursos utilizados. “Si alguien puede llamar a mi casa y me da señales de que están bien se los agradecería”, pidió Carlos Jaque en su Facebook. Un amigo le respondió minutos más tarde: “Carlos: me comuniqué con tu papá, pero se cortó la llamada, supongo que están bien”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario