El interés de Gran Bretaña por el petróleo de Malvinas tiene, por lo menos, 35 años. A partir de 1975, la Corona había iniciado relevamientos. Dos misiones exploratorias, entre 1998 y 2009, terminaron demostrando su potencialidad.
Por Federico Bernal
La inclusión del petróleo en la disputa por las islas Malvinas no es algo nuevo. Entre 1974 y 1980 el precio internacional de la lana –principal sustento económico kelper y único producto de exportación– sufrió una caída histórica, deprimiendo el PBI de las islas en un 25 por ciento (Robert Laver. The Falklands/Malvinas Case, 2001). La situación socioeconómica se hizo insostenible. Gran Bretaña se vio entonces en la disyuntiva de ceder finalmente a los reclamos argentinos o bien intentar una urgente diversificación y modernización económica de las islas. El plan consistió en sustituir progresivamente la lana por otros recursos: los pesqueros, en el corto plazo, y los minerales e hidrocarburos, en el mediano y largo plazo.
A los efectos de relevar la riqueza natural del archipiélago, fundamental para el éxito del plan, Gran Bretaña envió a las islas entre 1975 y 1976 sendas misiones integradas por parlamentarios, geólogos y militares. Los resultados fueron esperanzadores. La estrategia de modernización económica –clave para retener las islas bajo dominio de la Corona– llevaba implícito colocar a la población de las islas en la mesa de negociación con la Argentina, violando la Resolución 2065 de la ONU, pues los principales interesados en la explotación de estos nuevos recursos serían los kelpers. Treinta y cinco años después, el plan británico de modernización socioeconómica de las islas está a un paso de concretarse.
Que hay petróleo en las Malvinas ya no es sorpresa para nadie. Sin embargo, cabe preguntarse en qué cantidad. Y para ello resulta clave conocer el precio mínimo del barril que viabilizará su explotación comercial y el tipo de crudo que se espera extraer. ¿Cuál es ese piso y cuál la calidad del crudo? Por debajo de una cotización internacional de 25 dólares/barril, según indicaron las mismas operadoras (Rockhopper-Interim Report 2008), la extracción del petróleo malvinense será inviable. Hoy el barril cotiza a 77 dólares y todas las proyecciones indican que se mantendrá en esos valores o incluso aumentará en los próximos años.
En cuanto a su calidad –y en principio sólo para la Cuenca Norte de Malvinas–, el pozo 14/10-1 perforado en 1998 por Shell probó la existencia de un crudo de tipo medio o 27º API (North Falkland Basin-Desire Report 2009). Tras conocerse esos datos, se encaró la primera fase exploratoria entre 1998-2001, de la que participaron Shell, Amerada Hess, Lasmo, Lundin, el Servicio Geológico de Gran Bretaña y el Servicio Geológico de Estados Unidos. La segunda fase exploratoria, entre 2001 y 2009, contó con las compañías británicas Borders and Southern Petroleum, Rockhopper Exploration, Desire Petroleum, Arcadia Petroleum y Argos Petroleum. Ahora, la australiana BHP Billiton y la kelper Falkland Oil and Gas Limited (FOGL) se aprestan a adentrarse en la última fase exploratoria, aquella que finalmente ratificará la potencialidad petrolera malvinense e inaugurará la tan preciada fase extractiva.
Según cálculos de las mismas operadoras, el potencial petrolero en el off-shore alrededor de las islas tendría un mínimo de 6525 millones de barriles de petróleo. De comprobarse estas reservas probables –equivalentes a unos 502.425 millones de dólares a 77 dólares/barril a la cotización de ayer–, el crudo malvinense más que triplicaría las reservas certificadas de nuestro país a diciembre de 2008 (1987 millones de barriles, según la Secretaría de Energía de la Nación).
Mientras tanto, los contratos por las áreas licitadas benefician desde hace años al gobierno kelper: 30.000 dólares por año de impuestos antes del descubrimiento. Una vez descubierto el crudo (comprobadas las reservas e iniciada la etapa de extracción), el gobierno isleño cobrará a las operadoras unos 375.000 dólares por año/área en producción, un 21 por ciento de impuestos corporativos (que luego de un año de contrato saltan al 26 por ciento) y un 9 por ciento de regalías sobre el total extraído.
La capacidad exploratoria off-shore total de las Malvinas viene dada por la superficie de las cuatro cuencas sedimentarias a su alrededor. Entre las cuatro, totalizan un área de aproximadamente 400.000 km2, más de treinta veces el tamaño de las islas Gran Malvina y Soledad juntas, casi dos veces y media la provincia de Córdoba y un 50 por ciento más grande que los campos petroleros británicos del Mar del Norte. De las cuatro cuencas, la menos costosa (por sus bajas profundidades y cercanía a las islas) y la de mayor potencial petrolero (3900 millones de barriles o un 60 por ciento de los volúmenes estimados camino a ser certificados) es la denominada Cuenca Norte. Dicha cuenca tiene una superficie de 50 kilómetros de ancho por 230 kilómetros de largo. Las cuencas al sur y al este, si bien muy prometedoras, están a mayores profundidades y las áreas licitadas más próximas a las islas se ubican recién a 150 kilómetros de distancia (contra unos 25 km para la Cuenca Norte).
¿Por qué tan lejos? ¿Obedece a una cuestión geológica? Según confirmó la ministra de Minería de las islas, Phyll Rendell, a este autor en 2004, se ha creado una suerte de área de exclusión al sur de las islas donde se prohíbe cualquier tarea de perforación. La razón es simple: en esa zona se registraron hundimientos de barcos británicos que se presumen contienen material nuclear bélico.
Entre las principales operadoras petroleras en Malvinas se destaca Desire Petroleum (1996), cuyo fundador, el diputado laborista Colin Phipps, participó de una de las misiones de mediados de la década del 70, como se dijo, con el objetivo de relevar la riqueza natural del archipiélago. Fallecido Colin en 2009, su hijo Stephen, de 52 años, se hizo cargo de la empresa, con el 13,38 por ciento de la participación accionaria. Stephen –ex corredor de las Bolsas de Londres y Nueva York durante veinte años– cuenta que su padre participó de la reunión de gabinete en la que Margaret Thatcher decidió declarar la guerra a la Argentina (UK News-9/12/09).
Con la plataforma semisumergible de tercera generación Ocean Guardian contratada por Desire para esta fase final, los primeros pozos habrán de perforarse en el área denominada Liz (92,5 por ciento Desire, y 7,5 por ciento Rockhopper), para luego avanzar bajo la operación de Rockhopper en las áreas Sea Lion y Ernest. En función de los resultados, se proseguirá con las restantes quince áreas de la Cuenca Norte. Los volúmenes técnicamente recuperables que podrían confirmarse en los próximos meses equivalen a lo que la Argentina extrae de crudo en ocho meses.
El inicio de esta última fase exploratoria tiene para la Argentina (y Unasur) no sólo implicancias geopolíticas (base militar de una potencia extranjera en territorio nacional) y políticas (el único enclave colonial del siglo XXI en actividad), sino y fundamentalmente económicas (las reservas probables en las islas equivalen a unos 502.425 millones de dólares) y energéticas (de certificarse esas reservas, el horizonte de vida de las reservas probadas en la Argentina pasarían de 6-7 años a unos 27). La iniciativa británica perjudica sobremanera la seguridad nacional, económica y energética del país.
http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-140554-2010-02-18.html
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