Sus amigos y artistas le acompañaron con canto, guitarra, anécdotas y homenajes al hombre con corazón de niño.
Un títere robusto y morocho que se movía inquieto en los brazos de Flavio González estuvo encargado de una despedida final al maestro titiritero Kique Sanchez Vera. “Chau Kike, que te vayas a jugar con otros y hacerlos reír; las marionetas de latinoamérica te recordamos”, parece que le dijo en medio de un relato con voz de trueno en las que aprovechó a recordar los viajes polvorientos a bordo del viejo Renault naranja que siempre se descomponía en medio de las travesías.
Rodeado de su familia, de sus amigos, de artistas y vecinos que conocieron al hombre- niño y poeta, al escritor, dibujante y maestro titiritero se fue en medio del aplauso sincero, con un poema, con la música de César Cabezas que en la guitarra que Luis-hijo blandió con las últimas frases que corearon todos como una verdad “...a Kike le falta el pan, y le sobra levadura...”.
En la noche del velatorio sus amigos y artistas le acompañaron con canto, guitarra, anécdotas y homenajes al hombre con corazón de niño; un Kike que llegó a presenciar los reconocimientos en vida, que fue declarado vecino destacado, que se fue sabiendo que había enseñado a muchos brazos fuertes a temperar el corazón para abrazar delicadamente las marionetas que le dieron luz y vida; lo suficiente como para que uno de sus muñecos se encargara de ser el mejor maestro de ceremonias en la última bajada del telón.
Agencia Centenario.
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