domingo, 28 de febrero de 2010

Pintura de guerra


El intendente ya había dicho que está listo para disputar la interna. Con su nuevo gabinete, Farizano provocó un terremoto en la UCR NEUQUÉN.

Aunque en cámara lenta, y después de no pocas hesitaciones, Farizano decidió finalmente terminar con los reacomodamientos iniciados a mediados de diciembre pasado entre sus colaboradores, para dejar armado un gabinete más "farizanista" que nunca. Un equipo que, si bien mantiene un número de funcionarios importantes de otras fuerzas de la coalición –lo que le permitirá al intendente aventar inevitables críticas–, pone los resortes clave de la administración en manos de gente indudablemente "propia".

"Ahora contamos con un núcleo duro, formado por jóvenes de total confianza, lo que nos permitirá ser más ejecutivos y precisos en la función", se escuchó decir muy cerca del intendente radical.

Desde Une, uno de los principales socios de la coalición, el ahora concejal Mariano Mansilla –dueño de una de las carreras más fulgurantes del firmamento político neuquino– sostuvo que la jugada del farizanismo "refuerza la pluralidad". Pero tanta buena onda sonó poco creíble, porque cualquiera se da cuenta de que el intendente y los suyos aumentaron claramente su peso específico en esa mezcla rara que es el gobierno municipal. Y ésa es una señal inquietante para cualquiera de los restantes 'ingredientes', sobre todo para los que acarician mayores y más vertiginosas ambiciones.

Para sectores como Libres del Sur que formaron parte activa de la coalición pero fueron desplazados, el nuevo gabinete anunciado el miércoles "profundiza el hegemonismo radical" en el gobierno municipal.

Pero sin duda es más que eso. Si algo distingue a este equipo de los anteriores es su no quiroguismo. Se trata, todo lo estaría indicando, de un giro político del intendente, que parece romper amarras con su antiguo padrino e intenta presentarse ahora, para bien o para mal, como un dirigente definitivamente independiente, dueño de un proyecto propio y no prestado.

El aspecto más notable de este cambio, que provocó un pequeño terremoto político, fue la incorporación de la ahora ex diputada provincial Cecilia Bianchi, una antigua aliada de Farizano, como secretaria de Coordinación y Economía de la Municipalidad.

Para hacer este enroque, el intendente cruzó el Rubicón de la interna partidaria al restar al bloque de la UCR, un reducto sesgadamente quiroguista y de filo cobista, un escaño y servírselo en bandeja al peronismo K.

El que sigue en la lista original de la entente peronista-radical que alumbró al gobierno de Cristina Fernández es, en efecto, un kirchnerista.

Para colmo de males, la movida se produce en medio de la implosión del bloque de la Concertación, cuando peronistas kirchneristas y radicales quiroguistas rompen astas entre sí para formar sus propias bancadas, de cara a la puja electoral nacional y provincial del año próximo.

En este contexto, el mensaje de Farizano parece claro. Primero, no está dispuesto a sacrificar su gestión en el altar del quiroguismo. Quiroga necesita confrontar con el gobierno nacional y con su pragmático aliado local, el gobernador Jorge Sapag, para levantar la candidatura presidencial de Julio César Cleto Cobos, e insuflar su propia postulación a gobernador.

Farizano, demás está decirlo, requiere de todo lo contrario: confraternizar con los Kirchner porque en buena medida de eso depende el éxito de su gestión.

En segundo lugar, el mensaje que deja flotando en el aire la jugada de Farizano tiene cierto olor a pólvora. Al desafiar sin más a los quiroguistas, resulta evidente que el jefe comunal no sólo ejerce la autodefensa, también está dispuesto a ponerse pintura de guerra y dar batalla internamente.

Acosado una y otra vez por la crítica solapada de Quiroga, que intentó por todos los medios ponerlo bajo su ala sin preocuparse demasiado por si lo llevaba al fracaso, el intendente ya había advertido en una entrevista con "Río Negro", también en diciembre pasado, que está listo para "disputar la UCR al quiroguismo".

Después de todo, dirán los farizanistas acérrimos –agrandados por la audaz jugada de su jefe y acaso conscientes de lo que pueden ganar pero no tanto de lo que podrían perder–, Martín es el radical que ostenta el cargo más importante en la provincia.

No por nada, el actual presidente del partido y mandamás del bloque radical de diputados, el muy pragmático quiroguista Marcelo Inaudi, salió con la sangre en el ojo a endilgarle al intendente "promiscuidad" con el kirchnerismo.

Desde una posición más neutral pero no menos radical ni cáustica, otro connotado dirigente lamentó el "permanente internismo" que aqueja al equipo municipal y que –aseguró– termina frenando su gestión. "Ahora tiene un equipo totalmente propio, vamos a ver si empieza a hacer cosas", deslizó.

Si el estallido del bloque de la Concertación dejó helados a más de uno, la sorpresa por el virtual quiebre del bloque del MPN no fue menor. Al apoyar al kirchnerista Sagaseta para la vicepresidencia segunda de la Cámara, los cuatro diputados petroleros estuvieron a punto de quebrar la bancada oficialista y pusieron abiertamente en riesgo la línea sucesoria de Sapag.

No es la primera vez que los muchachos del "Caballo" Pereyra muestran los dientes ni son un secreto para nadie sus malas migas con el presidente del bloque, José Russo, pero en esta oportunidad las cosas parecen haber ido demasiado lejos.

La explicación posterior de Pereyra, en el sentido de que la alianza del gobierno provincial con el nacional exigía el apoyo a los representantes de este último, parece una chicana destinada al propio gobernador. Seguramente, además, persigue un objetivo que no es nacional sino provincial.

En el MPN no son pocos los que dicen que Pereyra juega al "dos y dos": "Dos años de apoyo al gobierno y dos de oposición". Así –agregan– ha hecho con los antecesores de Sapag. Ahora, conjeturan, su presión parece ir dirigida a ocupar mayor espacio en el gobierno, en particular en el área que está del otro lado del mostrador de los gremios.

Si Sapag tiene problemas en la Legislatura, tampoco la lleva de arriba en el gabinete. La escalada entre los ministros Pérez y Tobares –en mayor medida la actitud del primero, que al hacer públicas sus quejas presionó directamente al gobernador y no a su rival– puso en tela de juicio el principio de autoridad y no registra antecedentes en los gobiernos del MPN. Por mucho menos, Felipe o Sobisch hubieran protagonizado una masacre.

En el entorno del actual gobernador dicen que éste tomará su decisión mañana por la tarde, cuando se hayan apagado los ecos de su discurso ante la Cámara, y cuando de la movilización opositora que prometen realizar los gremios estatales sólo hayan quedado sobre el asfalto serpentina y papel picado.

Héctor Mauriño

http://www.rionegro.com.ar/diario/rn/nota.aspx?idart=318076&idcat=9539&tipo=2


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