NEUQUÉN (AN) - "Este es el reencuentro con sus hijos Enrique y Caíto, asesinados por la dictadura", dijo ayer el secretario general de la Presidencia, el neuquino Oscar Parrilli, que voló por la tarde a Neuquén para participar de la despedida de Felipe Sapag y traer los saludos de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner.
El obispo de Neuquén, Marcelo Melani, también visitó el chalet de Belgrano al 500. Dijo que las expresiones de afecto son un reconocimiento que llega "cuando alguien vive coherentemente con sus principios y entrega su vida por el bien de los demás".
Parrilli viajó en uno de los Tango de la flota oficial y llegó al velatorio a las cuatro de la tarde. Lo de Sapag "es un ejemplo para los que hacemos política porque pudo terminar sus días caminando por las calles de la ciudad, sin custodia y con la gente reconociéndolo como un vecino más", dijo el funcionario nacional.
"Me emocionó ver al lado de Silvia y de Luis el cuadro de Enrique y Caíto. Este el reencuentro de él con sus hijos, que fueron asesinados por la dictadura", añadió. Hizo notar además que "tuvo un final en paz, rodeado de la gente que lo quería, de su pueblo".
"Para todos los neuquinos, es un hombre que marca un hito en la historia de la provincia", añadió en las escuetas declaraciones que realizó poco antes de iniciar el cortejo.
El obispo dijo que "el homenaje que le está rindiendo todo el pueblo de Neuquén a Don Felipe manifiesta algo, que más allá de la diferencia que se pueda tener desde el punto de vista partidario, cuando alguien vive coherentemente con sus principios y entrega su vida por el bien de los demás, al final de todo lo reconocen. Y esa es la enseñanza que nos puede dejar: la vida entregada para los otros siempre tiene un valor".
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